1) TÍTULO: 60 ESCALONES. Título elegido por ser sesenta los escalones que había que subir para llegar a la casa en la que se celebraba el certamen, y que estaba situada en una calle cuyo nombre completo ignoramos, por faltar las letras de la pared de la calle en la que debía leerse el nombre de la calle. Como sólo se leía "Santo Domingo de", el certamen recibió el nombre de "Santo Domingo de Algo").
EL RELATO: El mundo se contempla a través de las metáforas. El mundo son sesenta escalones. El Profesor Pizarro no lo tiene muy claro, ya que la circunstancia de que es licenciado en matemáticas le ha hecho pensar que los números son la esencia de todas las cosas, de forma que esta mañana seguirá pensando como las demás. Ya ha abierto los ojos. El despertador no ha sonado, y han sido las ánimas las que han tenido que hacer el trabajo no desempeñado por esta máquina, para que luego ande el Profesor Pizarro diciendo que las ánimas no existen. Me he despertado yo por mí mismo, dirá el profesor, mientras las ánimas, sin voz ni cuerpo con el que demostrar su existencia, abandonan esta casa para seguir despertando a quienes, como éste, olvidaron programar el despertador, incrementando así las obligaciones de estas encantadoras señoritas.
Busca sus dos zapatillas, que siguen siendo dos, como sus pies, tal y como ordena la cuasi-simetría del cuerpo humano. Dos es un buen número para mantener el equilibrio, pues dos platillos tiene la balanza de la Justicia, y también la del tendero. Y con dos pies se siente equilibrado, se pone en pie y empieza a caminar. No hará falta decir que tiene dos manos, dos ojos, dos oídos y dos de todo aquello que en el cuerpo humano existe a pares. Sólo tiene una boca por la que no dice nada, pues está pensando con el único cerebro que tiene. ¿Por qué tengo un único cerebro?, Si tuviese dos cerebros mis ideas estarían mucho más equilibradas. Una musa se presenta ante él para explicarle que el cerebro está dividido en dos hemisferios que se equilibran entre sí, y el empieza a sacar conclusiones, siempre provisionales. Entonces el uno se hace dos para equilibrarse.
Después de superar los primeros inconvenientes que la vida matinal pone ante nuestros pasos, el profesor Pizarro lleva un corte en la mejilla izquierda, un poco de espuma de afeitar debajo de las orejas y una mancha de café en la única camisa que tenía limpia (y que ya está manchada). En la barriga lleva café barato, pan integral y sobrasada de Coria del Río, lugar que nunca tuvo fama de tener una sobrasada especial, dicho sea con todo respeto.
El profesor sale de su casa por la única puerta que da a la calle, y piensa en dividirla o en hacer otra puerta para que la puerta encuentre el equilibrio en el número dos, tal y como ha hecho su cerebro. Pasa por alto el detalle de que siempre que sale por la puerta termina regresando por ella, por lo que la salida y la entrada están equilibradas en su casa. Tendrá que aparecer otra musa para decirle que no abra agujeros en la pared ni haga nuevas puertas, que todo está muy bien y en equilibrio, pero la musa no aparece, pues saben que el Profesor es demasiado vago como para ponerse a hacer agujeros y puertas, y tampoco van a trabajar por trabajar.
El profesor vive en un cuarto piso, sin contar el piso bajo, lo que hace un total de cinco pisos que deben ser bajados ahora, y subidos al final del día (o incluso antes, si por mano del diablo se acordase de que tiene que regresar a casa a apagar la tostadora). Cinco pisos están separados por cuatro intervalos entre uno y otro. Ya ha terminado el primer intervalo, y se le ha ocurrido contar los escalones en el segundo. Resultan ser quince, haciendo que las cuentas no puedan apoyarse en la simplificación que ofrecen los números pares. Cuenta otro intervalo, y también son quince. Ya lleva dos, y son dos iguales, así que los multiplica, y sabe que ha contado treinta. Cuatro intervalos de quince pueden ser dos intervalos de treinta. Incluso podría hacer la cuenta general antes de bajar el último intervalo de quince y pronosticar según un criterio altamente científico que habrá otros quince escalones, y que en total habrá sesenta en los cuatro intervalos. Le parece un número bonito, y piensa que tiene suerte de vivir en una casa donde la entrada está decorada con una hermosa alfombra matemática, como son estos sesenta escalones.
¿Por qué sesenta?. El sabe que los números son importantes, pero no siempre comprende la razón. Piensa que en el círculo se puede inscribir seis veces su propio radio para formar un hexágono, pero no ve la relación con las escaleras. Piensa que las escaleras pueden ser un símbolo que represente dos meses de treinta días, tal vez mezclando la contabilidad material con la duración temporal, cuando eso es algo que no debe hacerse según dicen quienes se empeñan en mantener el tiempo separado del espacio.
Una vez en la calle trata de pensar en otra cosa, exactamente, trata de pensar en sus obligaciones, de forma que organiza sus ideas y trata de coger un autobús que lo lleve a la Universidad. Coge un taxi porque el autobús no siempre llega a su hora, y no es temprano. El tiempo vuela, y donde parecen haber pasado veinte minutos han pasado cincuenta y cinco. Piensa en esperar cinco minutos más, pero serían sesenta los minutos transcurridos, tantos minutos como escalones, y eso le hace dudar. Trata de buscar la solución a su enigma usando los dos hemisferios de su cerebro a la vez, viendo lo positivo y lo negativo, estudiando los pros y los contras, dudando entre la ciencia y la superstición, entre las corazonadas y las evidencias, y así pierde los cinco minutos que faltaban para llegar a sesenta, y después coge el taxi. La escalera puede ser una hora. Sesenta puede ser el número uno.
El profesor baja del taxi sofocado y entra en el campus. Digamos que la mancha de café resulta comprensible para la mayoría de los hombres, aunque no pasa lo mismo respecto de las mujeres, que en cada mancha de café ven la dejadez de lo masculino, la torpeza del hombre y la pereza del varón, cosas éstas que a pesar de ser lo mismo, ellas enumeran con diversas palabras para que el hombre parezca patoso, sucio y vago por el simple hecho de llevar una mancha de café. Sin embargo, la espuma de afeitar debajo de las orejas es algo que a todos llama la atención, aunque nadie avisa al profesor de su peculiar despiste. La Universidad tiene escaleras, pero no hay ninguna tanda de quince escalones, ni ningún conjunto de sesenta. Evidentemente, la Universidad no es el hogar, aunque para llegar a esta conclusión el profesor no tendría que haber contado ningún escalón. Imparte su clase a los cincuenta y siete alumnos que acuden a ella. No son sesenta. Faltan tres, piensa él. Faltan muchos más, esto lo dice la musa, que lo ha seguido hasta la Universidad. Vale, faltan muchos más, no sé donde tenía la cabeza.
El tiempo pasa, y miles de detalles, que aquí omitimos por su insignificancia, van dando forma al estilo de vida de este profesor. Un despiste, un descuido, un tropiezo. ¡Ah, disculpe, no le había visto!. Si apuntase sus tropiezos, sus infortunios, sus caídas, sus tragedias locales, sus fracasos y demás, iría haciendo una larga lista de hechos que podríamos llamar “frutos de la mala suerte”, pero él no cuenta esos pequeños detalles, porque tiene algo grande en lo que pensar. El sabe que cuatro grupos de quince son sesenta, y que sesenta escalones son lo que el destino le ofrece cada mañana (y cada noche). Subir y bajar son cosas que parecen estar en equilibrio. Puede que sea el equilibrio del número sesenta el que le abra las puertas de la luz.
Se bajan sesenta escalones, y el día se desarrolla estando en la parte de abajo. El sol está arriba mientras él está abajo, por lo que puede que el bajar sea una acción de la luna. Y la luna hace que baje la marea, y también que suba. Puede que cuando él sube sea para dormir, y que cuando baja sea para vivir. Bajar sesenta escalones no es algo molesto, porque nacer es agradable. Subir sería como ir buscando la muerte, porque arriba no está el mundo. Serán sesenta bajadas para nacer, y sesenta subidas para morir. Un escalofrío le recorre la espalda al que, entre lección y lección, se queda en las nubes. Documentos traspapelados, solteras que se alejan del soltero porque en sus orejas hay manchas blancas. La esponjosa huella que queda tras el pié que, desde sus reflexiones, viene a dar un paso sobre el mojón de Rufo (Rufo es un perro al que todavía no hemos presentado, y que ya se ha cagado en nuestro decorado). Buena suerte, dirán algunos al verlo pisar la mierda. Su puta madre, dice el profesor.
El tabaco, los canijos, la estafas, la lluvia, los precios, la competencia, las mierdas, los charcos, los choques, los modales, las miradas conflictivas, los niñatos, los borrachos, los papeles, los jefes, los alumnos, las bromas, las críticas, las manchas, los gamberros, el autobús... Sesenta escalones que siguen sin ser comprendidos por quien todas las tragedias padece, para después ignorarlas. El primer escalón será el golpe en el dedo del pie con la pata de la cama. El segundo será la cañería por la que el agua sale con sabor a cobre. El tercero puede ser la sobrasada de Coria del Río, que no está ni buena. Un corte durante el afeitado será el cuarto. Al llegar al descansillo ya estamos manchados y pensando en contar. El décimo sexto puede ser el autobús que no llega, el charco pisado o el taxista gruñón. La comida universitaria que venden como “comida sana”. Esa comida que, aunque no alargue la vida, hace que la existencia parezca mucho más larga. Esa comida puede ser el vigésimo escalón o el trigésimo. En la mitad hay un nuevo descansillo, pues será el mediodía de la primera mitad del día, y tal vez tropecemos en el trigésimo primer escalón. Puede que haya tabaco y no haya mechero, o que el paro se presente en nuestras vidas de repente, como hacen las musas. Las musas pueden ser un escalón. La máquina no admite billetes. No tenemos urta a la roteña, caballero. No has podido coger la matrícula del coche que te ha salpicado. El tercer descansillo nos acerca un poco más a los sesenta escalones que la vida tiene dispersados por sus calles. ¿Por qué sesenta?, ¿No habrá más?. Es la duda, que encabeza la última tanda de escalones. Las teorías, las reflexiones, una mierda que pisar.
Quien sube las escaleras está diciendo que ya ha superado sus sesenta escalones de hoy, y ahora viene a morir, a descansar. Mañana nacerá de nuevo, y el mundo seguirá en la calle. El profesor no entiende dónde se le ha ido el día. Está en pijama y no tiene papel para hacerse un porrito. No son horas de bajar. A veces el último escalón de la escalera lo vemos cuando creemos haberlo subido, y es entonces cuando tropezamos. El profesor no entiende por qué son sesenta. Tal vez el número no sea importante, y el profesor deba pensar en otras cosas. Puede que sesenta escalones no sean más que una casualidad, como la vida misma, incomprensible. Puede que no sea una fórmula matemática lo que necesite este hombre. El porro se lo hace con una servilleta, y se lo fuma con ganas pero sin compañía. Puede que ahora empiece a recordar los escalones que la vida le ha ofrecido en el día de hoy. Puede que no sea capaz de contar hasta sesenta porque prefiere considerarse afortunado. Ya se le cierran los ojos, y aún no ha comprendido el significado de su escalera. Tal vez sueñe. Hoy tampoco ha preparado el despertador, y las ánimas toman nota de ello. Las musas le hablarán en sueños, pero tal vez luego no recuerde lo que le dicen. ¡Profesor Pizarro, profesor pizarro!. Mire sus escaleras como si fuesen un gran poema. El mundo se contempla mejor a través de las metáforas.
Mr Nío Blackwood
2) TITULO: LA LICUADORA.
EL RELATO: El mundo se contempla a través de las metáforas. En el mundo todo son licuadoras, aunque sólo algunas reciben ese nombre. Una licuadora abre su tapadera y nos enseña sus dientes. Es una enorme licuadora que ya ha triturado a nuestros compañeros de aventura, y ahora viene a por nosotros, y tratamos de correr, pero nuestras piernas no tienen fuerzas. La licuadora asesina se vuelve más y más fea, y más y mas grande, y queremos gritar, pero no nos sale la voz, y una angustia insoportable se apodera de nosotros. La musa nos dice: ¡El mundo se contempla a través de las metáforas!. Y el Profesor Pizarro abre los ojos. No hay ninguna licuadora asesina. Ni si quiera hay una licuadora en su casa. Cuando lleguen las ánimas lo encontrarán despierto porque ha tenido una pesadilla, de forma que trabajarán menos, y cobrarán lo mismo, es decir, nada.
Apenas entra la luz por su persiana bajada, pero el conocimiento de su propio organismo le hace comprender que está sudando, y que tiene el corazón en un puño. Coloca el corazón en su sitio y trata de respirar hondo. ¿Cómo había llegado esa licuadora a su casa?. No tiene sentido. Una licuadora que quería comerle. Él nunca ha tenido una licuadora. Empieza a devanarse los sesos en la oscuridad. ¿Cómo es que yo tenía el corazón en un puño y lo acabo de poner en su sitio?. Será una metáfora, piensa, y es entonces, después de abrir los ojos y comprender la pesadilla absurda que le ha desvelado, cuando se decide a levantarse.
En el baño todo está como siempre, por lo que no altera sus hábitos de higiene. En su cocina también todo está como siempre, por lo que hace lo mismo de siempre. Con un café solo se sienta en el salón y enciende la televisión que se agenció la semana pasada para ver las noticias. En la tele hablan de reformar la educación y crear más empleo basura. En otro canal cuentan cotilleos. En otro ponen dibujitos animados. Pero, ¿Quién está cambiando de canal?. Él está solo, como su café, negándose ambos a reconocer que se hacen mutua compañía. La tele se cambia de cadena, y los programas saltan de unos a otros, y el Profesor Pizarro se preocupa. Las imágenes se mezclan velozmente en la pantalla de su tele, hasta que las imágenes empiezan a describir círculos, y parecen una papilla. Se está haciendo un puré de imágenes en su televisión. De pronto, ante los atónitos ojos del Profesor Pizarro, la televisión abre su pantalla para mostrar unos afilados dientes. El café cae al suelo y el profesor trata de retroceder. La televisión se convierte en una licuadora, y salta del mueble con intenciones morder a este hombre asustado. ¡Te voy hacer zumo, Pizarro!. Un bocado en la cabeza. Oscuridad. El mundo se contempla a través de las metáforas. Es la oscuridad del cuarto. Todavía está en la cama, sudando.
Ahora abre los ojos, y vuelve a tener el corazón en un puño. Vuelve a colocarlo en su sitio y se levanta nuevamente. Esta vez no desayuna, por miedo a su propia casa, y huye bajando los sesenta escalones de los que hablamos la semana pasada. Llega a la calle y se dirige a la parada del autobús. Se busca la cartera, pero no la lleva. De hecho no lleva bolsillos, pues va en pijama. Ha olvidado vestirse. Pero de repente está vestido, pero descalzo. El autobús llega y se dispone a entrar, incluso sin zapatos, en el autobús. Y sin cartera. ¿O ya tiene cartera?. Se vuelve a mirar en el bolsillo pero al mirar en el interior del autobús ve que los pasajeros están flotando en el aire, y que están gritando. Empieza escuchar un tremendo zumbido. Miiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Y la gente empieza a moverse rápidamente, y empiezan a chocar sangre y trozos de carne contra los cristales. El autobús se ha convertido en una licuadora que está triturando a sus pasajeros. ¡Venga, Profesor Pizarro – le dice -, que voy a mezclarlo a usted con la gente!. Nuevas ganas de correr sin fuerzas para hacerlo. Un nuevo despertar en la cama y de nuevo esa voz, a la que nosotros llamamos musa, le está hablando desde lejos. Profesor Pizarro, el mundo se contempla a través de las metáforas.
Esta vez abre los ojos, y está en la cama, pero el corazón está en su sitio, y no en su puño. En su cocina hay una licuadora nueva, y esto le preocupa. ¡Ah, ya recuerdo!- se dice a sí mismo. Esta es la licuadora que traje la semana pasada. Claro, por eso habré tenido pesadillas. Habré pensado en ella más de la cuenta. Mira que es fea la licuadora. Por eso me habrá causado pesadillas.
Se dirige al cuarto de baño pensando si no habrá alguien que se inventa todas estas historias para que le sucedan a él. Piensa si no será él una simple idea en la cabeza de alguien, y que esta noche ha tenido pesadillas por alguna razón que él no llega a entender. Evidentemente, el Profesor Pizarro no debería ser consciente de ser un personaje de ficción, pues él tiene su vida amarrada a una fuerte ciencia matemática, por lo que cada vez que algo extraño sucede a su alrededor él debería entender que eso no es real, y que por el contrario, es soñado. Así terminan siempre sus pesadillas. Las licuadoras no nos comen. Una tele no es una licuadora. Un autobús no es una licuadora.
El Profesor entra en el cuarto de baño, y al mirarse en el espejo trata de despertarse nuevamente, pero no lo consigue. Este despertar ha sido real. Esta vez no puede ser un sueño. Se mira en el espejo y no se reconoce. Un sudor frío le recorre la frente. Está viendo en el espejo que su cabeza es una licuadora verde y blanca como la que tenía en la cocina. ¡Su cabeza es una licuadora, si señor!. Vuelve a escuchar a la musa. El mundo se contempla a través de las metáforas. Esta parte no ha sido un sueño. En realidad, el mundo se contempla a través de las metáforas.
Nota: Como me sobra espacio hasta los tres folios que hay de espacio máximo para cada relato, aprovecho para decir que La Licuadora me ha tenido preocupado esta semana, y que he tenido incluso pesadillas. Este relato es lo que ha salido al mezclar mis ideas sobre licuadoras unas con otras en el interior de esta otra licuadora que tengo sobre los hombros.
Mr Nío Blackwood
3) TÍTULO: EL ABSURDO
EL RELATO: ¡Abra los ojos y compruebe que eso que estaba viendo era absurdo!. ¡Cierre los ojos y piense que eso que no ve es todo lo que hay!. ¡Abra los ojos, Profesor Pizarro, no sea más tonto!. Usted escucha la voz que le dice que todo es como un número gigante que se divide y se multiplica, es más, también es menos. Por Hamelín anda un loco que dice que todo es como una melodía. Usted no comprende y dice que todo eso es absurdo.
¡Abra los ojos y comprenda la metáfora, no sea más tonto!. ¿Qué es lo absurdo?. Señale lo absurdo con el dedo, aproxímese a él, pregúntale qué es en realidad, pregúntele por qué existe, y verá que todo tiene una razón para existir. Sabemos que preguntarle a las cosas que no pueden o no quieren contestarnos es perder el tiempo, y nos parece absurdo. Pero Profesor, comprenda usted la metáfora, no sea más tonto.
Hay quienes hacen cosas que pueden parecer absurdas, pero lo hacen porque tienen una razón para hacerlo, aunque sea una razón tan sencilla como el simple capricho, pues todo existe por eso mismo: un sencillo y simple capricho. Todo está ordenado, aunque no podamos saber cuál es ese orden. Incluso el absurdo trataría de definirse a sí mismo para ordenarse en el libro de las palabras, y se colocará entre absurdismo y absus.
¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro!. Usted no se levantará de la cama si no hay una razón para hacerlo. ¿Le parece a usted el absurdo una buena razón?. La verdad es que no. No me inspira nada. Estoy cavilando, como en la vigilia, pero no llego a ninguna conclusión. ¿Por qué no me ayudas?. Tú eres mi musa, ¿verdad?. Sí, pero a mí tampoco me inspira nada. Creo que no es una buena razón para levantarse de la cama. Si yo tuviera un cuerpo al que dejar descansar, lo dejaría descansar mientras el día siga siendo absurdo. No puedo hacer eso. Tengo que hacer algo. Pues no sé, profesor. Abra los ojos, diga cualquier cosa y vuélvase a dormir. Yo haré mi parte del trabajo. ¿Vale?. Vale. Pues vamos.
¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro, el mundo se contempla a través de las metáforas!. - El Profesor abre los ojos, mira directamente a la cámara, para que sus penetrantes ojos se claven en los ojos de quien le observa, y dice:
Todo lo que existe tiene sentido, porque tiene una razón para existir. Lo absurdo no existe, y es por eso precisamente por lo que no tiene sentido.
Dijo esto y cerró los ojos nuevamente. Recordó una frase que había leído en un libro de Juan B. Bergua, y se dio cuenta de que no sabía qué significaba la B que había delante del "Bergua", y dicha frase decía: En todos los tiempos la mitad de los hombres ha vivido de la tontería, la ignorancia y la credulidad de la otra mitad. El Profesor se echó a dormir otra vez, y la musa terminó la función del día de hoy tal como le correspondía. ¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro, el mundo se contempla a través de las metáforas, y aprovechando que esta semana sobraba espacio le dijo ¡y no sea usted más tonto!. Le besó en la frente y se fue por donde había venido, es decir, por ninguna parte, cosa que, visto lo visto en esta musa, tampoco resultaba absurdo a quienes la vieron marchar.
PD: No es broma. Este título no inspiraba una mierda. Apoyo por escrito la propuesta miguelesca de que los títulos deban inspirar, y dejo en vuestras manos la ejecución de tal deber. Buena Suerte.
Mr Nío Blackwood
4) TÍTULO: EL BOTÓN
EL RELATO: Sobre la mesa hay un botón rojo, color de la guerra y de la muerte, esperando a que llegue la fatídica hora en la que alguien lo utilice para hacer aquella única cosa para la que ese botón fue creado. Nadie ve una amenaza nuclear por ningún sitio. No lo pulsarán se dicen a sí mismos. Pero los hay que no pulsan porque creen que ellos tienen el único botón, y controlan el mundo. Otros no pulsarán hasta asegurarse de que su botón es el único que queda. Otros no pulsan precisamente por miedo a los demás botones. ¡Ojalá viniese el señor Martín a demostrarnos que debajo de este botón no hay más que un ratón ton ton, muy muy chiquitín tin tin, y nos quitara el miedo!. Pero el señor Martin es para los niños. Los adultos vemos crecer la croqueta histórica, y tenemos la imaginación mucho más afilada, mucho más perversa, mucho más consciente de que el mal existe, y está entre nosotros. ¿Dónde está esa mesa?. ¿Y ese botón?. No sabemos. ¿Quién está delante?. Tampoco. El verdugo de la vida tal vez no tenga un nombre. Tal vez podamos llamarlo simplemente "el botón", y seguir con nuestras vidas como si éstas no corriesen peligro. ¡A cuento sonará esta historia cuando se la cuenten entre sí las generaciones futuras de aquellos que serán los supervivientes!. Se contará que la explosión fue un castigo divino. Se dirá que los malos, o sea, la mayoría, fueron ajusticiados y castigados. Y nosotros sabremos que hay partes de la historia que conviene maquillar, que hay momentos de la historia que sería mejor no conocer, que hay determinados episodios que no conviene ver poniendo mucha atención, pero es ahora, cuando aún estamos a tiempo de hacer las cosas bien, cuando deberíamos aprender que hay acontecimientos en la historia que sería mejor evitar.
Pequeño y mísero se le ve en la mesa.
Amenazante lo perciben sólo unos pocos.
Un arma peligrosa si alguien pierde la cabeza.
Que ya hubo otros imperios, y están rotos.
Algún David debió matar a aquél gigante.
Este instante, este inmortal que hay en la foto.
¿Y quien puede decir que no fue antes?.
Hubo una vez otra civilización.
Mas moderada, preparada y elegante.
Pero la muerte es el final de la canción.
Señores, sigamos caminando hacia delante.
¡Señores de la guerra!. ¡No pulsen ese botón!.
Mr Nío Blackwood
5)TITULO: LA CONFESION
EL RELATO:
Un Ave María Purísima por saludo.
Un "sin pecado concebido". por respuesta
El que escucha la tragedia, amigo mudo,
Hablar del perdón es quitar el nudo
que amarra desde fuera y que molesta.
Confieso que no hay pecados ni mentiras,
Sólo hay falta de fe y medias verdades.
Que nosotros miramos desde el punto de mira.
Y las brisas nos parecen tempestades,
Sabiendo que sabemos que se va la vida.
No habrá un juez ni un señor notario
en el sitio donde sepan la verdad.
La orden será vivir y disfrutar.
Así de sencillo, a diario.
En Justicia, en Armonía y en Igualdad.
Y los ateos pasearán por nuestra puerta,
Desde lejos: ¿Lo digo o no lo digo?.
Que la Iglesia va quedando como muerta.
Y la Moneda es su hija, que despierta,
diciendo con otra cara: Yo no he sido.
El culpable no conocerá el calabozo.
La historia no cabría en una prisión.
Puede que ese cubo no quepa en el pozo.
Que atrás van un viejo, un adulto y un mozo.
Que todo es lo mismo en su nueva edición.
¿Y cómo decir que la vida es bella
diciendo también que morir no importa?.
Pues él es el sol, y la luna es ella.
Sus ojos se elevan hasta las estrellas,
¡Y ven que sus vidas son tan cortas...!.
Confieso que no hay bien ni mal para la Vida.
Confieso que sólo hay Vivir y No Vivir.
Confieso que, si confieso, se me olvida.
Será mucho lo que nos quede por decir.
Y será más lo que no entienda el corazón.
Que no puede haber valor en quien no sabe morir.
Que "todo es círculo". Esa es mi canción.
Y de momento me limito a sonreir.
¡Señores, de momento, esta es mi confesión!.
Mr Nío Blackwood
TITULO 6: LA CERVEZA
EL RELATO: El amarillo no es un color frío, pero quiero mi cerveza fresca. Llena de burbujas redondas y pequeñas que traten de buscar la superficie, porque hasta los seres más diminutos deberían luchar por no hundirse en la historia. Hay quienes se pegan a las paredes y se acomodan, otras se pierden en el líquido, y sólo llegan a la superficie esas que son ligeras y visten de blanco, esas que llamamos espuma, esas que, para que todo parezca perfecto, no deben ocupar más de dos dedos del vaso. Algunos dirán que una cerveza no es el Universo, pero ellos no son el Profesor Pizarro, y pueden pensar como quieran.
Y basta un trago para que empiece el huracán, o el terremoto, que algunos agujeros negros no serán más que bocas hambrientas. Que la cerveza pensará que va a morir, cuando en verdad no va más que a regar. Que los vivos son como las flores, y necesitan el agua. Que ayer estuve bebiendo el agua fresca hasta que vi una regadera. Regadera de cantar, y de mojar el mundo, de llorar y de contar tragedias. Regadera de latir, de saltar, que ahora es tiempo de crecer. Que ese trago nos dio vida porque fue capaz de combatir el calor. Y todo suena extraño para quien no tiene la suerte de saber para qué está aquí la cerveza.
¿Para que sirve la luz, si no queremos ver lo que pasa?
¿Para que sirve el aire si las deudas no nos dejan respirar?.
¿Para qué sirve la tierra si después quiero estar preso en una casa?.
¿Para qué sirve el amor si no nos sabemos amar?.
Y vendrá el camarero a decir que estamos locos, que ya no nos sirve más, y podremos decirle que si el no nos sirve cerveza, no nos sirve en general, que cada cual tiene su papel asignado. Gracias por cuidar nuestra salud, le diremos, y puede que una bomba lanzada con toda sobriedad sea el punto final de nuestra vida, pero eso no sucederá, porque ya vamos borrachos, y los borrachos nunca mienten, y decir la verdad no se castiga. O no debería castigarse, que ya nos falla hasta la memoria. Los hay que nunca mienten, pero siempre se equivocan, y en ambos casos el que padece el error es aquél que los escucha.
Y caminando a casa siento que algo no es normal. Las gasolineras no venden cerveza porque creen que está prohibido, sin estarlo. Pero la regadera sigue mojando estas flores, y pronto tendremos nuestra cosecha, y podremos fumar por no beber, como el que ríe por no llorar. Que nos quitaron la cerveza de la noche y la dejaron para unos cuantos que rondaban por los bares. Que ayer zarpó un barco que me enseñó la playa y estuve bien. Que los besos de la rubia son cada vez más difíciles de conseguir, porque la noche ha confundido a las gasolineras.
¿De dónde nace este deseo?, ¿Qué persigo y no consigo?. La cerveza aún está llena. No la he probado, y la espuma se ha vuelto fea con el tiempo, y el calor está atacando al sabor. Delante de ella me subí en la nube, y ahora me bajan a la voz de alarma. ¡Llega la crisis, estamos en guerra!. Pero disimula, que ayer me dijo una sabia que el miedo mata más gente que la peste. ¡Se disparan los precios y dejan de cuadrar las cuentas!. ¡Estamos en crisis, porque el petróleo se acaba!. ¿Y como se me va tanto la cabeza sin haber llegado a probarla?. ¿Cuál será el secreto de este licor amarillo que tanto hace girar las cabezas?. ¿Acaso nos convierte en un círculo por dentro?. No sabemos, como todos, porque solo mamá naturaleza sabe.
- Mamá, mamá, ¿para qué existe la cerveza?.
- Tu no lo entenderías, hijo mío, aún eres muy joven.
- Mamá, que tengo cincuenta y dos años.
- Ya lo sé hijo mío, pero ya te lo he dicho. Aún eres muy joven.
TITULO 7: ALGO DIFERENTE
EL RELATO:
Porque el agua de la vida es el presente.
Y en la orilla estoy. ¿Me meto o no me meto?.
Y si el agua está muy fría levanto un puente.
Que no quiero seguir así, tan quieto.
Que tengo que hacer "algo diferente".
Buscaremos la diferencia entre dos huevos idénticos. No la encontraremos, porque son idénticos. ¿Encontraremos dos huevos idénticos?. ¿Existen acaso los pares idénticos?. Dicen que saben clonar a un humano, pero el clon es joven, y el clonado es viejo, por lo que tampoco son idénticos y, si lo fuesen en algún momento de su vida, dejarían de serlo rápidamente porque el clon no envejece a la misma velocidad que el clonado. Pero imaginemos que hicieran dos clones a la vez y vieran que uno es idéntico al otro. Podríamos tener dos clones idénticos, con códigos genéticos idénticos y envejeciendo a la misma velocidad uno que el otro. Si los encerrásemos en dos laboratorios idénticos con luz artificial, controlando las temperaturas y las variables externas, y se les educara de forma idéntica, por las mismas personas, a las mismas horas, y comieran lo mismo, bebieran lo mismo y crecieran así durante los primeros doce años de sus vidas, ¿Serían idénticos al salir cada uno de su laboratorio?. Son idénticos genéticamente, y también sociológicamente. ¿Por qué no iban a ser iguales?. Se abre el debate. Yo creo que hay algo fuera de lo heredado y lo aprendido, algo que se escapa a los ojos, algo que no sabemos señalar con el dedo, algo que tal vez esté por encima del sastre de la dualidad al que todas las polémicas encargan un vestido. No son dos, porque pueden ser tres. No son dos, porque esos dos pueden ser uno. Pero dos y uno serían tres, y tal vez nos parezca idéntico este tres al otro. ¿Y por qué tres?, ¿Y cuál es el tercero?. El tercero es algo sin un nombre establecido, porque es algo que rompe el molde y se sale del plato. Digamos que es algo diferente. ¿De dónde viene?. Lo mismo viene "di Frente", y por eso confundimos las cosas con su lugar de origen. El debate sigue abierto.
No dejes que te cuenten más mentiras,
que ya eres un hombre, Segundo.
Sal de ese cuarto y mira el mundo.
Te presento a la Señora Doña Elvira.
Amigo huevo, camina despacio.
Entra en tu espacio a verte de nuevo.
Que él eres tú, que no te miento.
Que aquí no hay viento, y hay poca luz.
Un espejo no lo mostraría mejor.
¡Somos idénticos!. Dice la gente.
Pero tú eres tú, y yo soy yo.
Aquí hay algo diferente.
TITULO 8: A MÁQUINA
EL RELATO: Abrir los ojos para ver la casa. Abrir las ventanas de la casa para ver el mundo. Algo más tendremos que abrir para entender que una ventana y un ojo son muy parecidos. Pero la ventana no se abre. Toc, toc. Abridme, que quiero entrar. ¿Y tú quien eres?. Soy la luz del sol. Lo siento, pero no puedo dejarte entrar. ¿Por qué no?. Pues porque cada vez que entras se ensucia mi ropa y se me llenan los muebles de polvo. Eso no es cierto, y tú lo sabes. Lo que sucede es que en la oscuridad no ves las manchas, y cuando yo entro parece llegar la suciedad que antes no se veía. ¿Estas seguro de eso?. Claro que estoy seguro. Haz el favor de abrir la ventana, y verás cómo en cuanto yo entre empezarás a ver las manchas que ahora mismo no ves. Vale. Se abrió la ventana y entró la luz, no sabemos si manchándolo todo o simplemente alumbrando la suciedad que allí había, pero la habitación estaba hecha un asco, las sábanas arrastrando por el suelo y los muebles llenos de polvo. ¡Esto no estaba así antes de que tú entraras, maldita luz!. Créeme que sí. Créeme que no. Te digo que sí. Y yo te digo que a mí no me vas a convencer. Volvió a cerrar la ventana y, al volver la oscuridad se fueron todas las manchas.
Caminaba por la calle asomado a las dos ventanas de su cara. Su cuerpo puede ser una nave, y detrás de los ojos puede ir el piloto mirando por estas sofisticadas ventanas, para controlar el paso y evitar la caída tonta, que es la que más duele, tal vez porque también lastima la dignidad. Podríamos ver al humano como un vehículo, pero nos extrañaría no saber dónde está exactamente el piloto, suponiendo que bastase con un único piloto para conducirlo. Aprendió a respirar, a digerir y a caminar. Aprender a cazar no era fácil, pero esta máquina lo hizo. Inventar armas que facilitaran la caza le llevó más tiempo, pero también lo hizo, y lo sigue haciendo. Aprendería a trabajar la tierra y el agua. Miedo da que termine controlando incluso el aire, pero esta máquina es mucha máquina, y a todo aspira. Controló las rocas, los minerales, el fuego, los números... y todos se pusieron a su servicio. La máquina humana es la reina de las máquinas, porque no hay obra más perfecta, a los ojos del humano, que su propia especie. Y bastará con mirar a la mujer para ver que la especie es hermosa. Bastará con mirar a un niño para ver que es inocente. Con mirar a un anciano para ver que es sabia. Con mirar a un joven para ver que es fuerte. No veremos las bombas, ni el hambre, ni los crímenes contra la humanidad. No veremos la esclavitud en los señoríos, ni en el mercado laboral, porque para eso le cambiamos el nombre cada diez o quince siglos. Entonces tiene manchas. Eso no es una mancha, es que antes se ha caído un poco de huevo. Entonces es una mancha de huevo, ¿no?. Te he dicho que no, que es "un poco de huevo". Y volveremos a cerrar la ventana para que se vaya la luz.
Que esta máquina es bonita, está limpia y anda muy bien. Mira la de veces que han escrito las palabras Libertad e Igualdad. Tal vez la escriben porque la añoran. Puede ser, pero así sueñan, y soñar es bonito. Todo es muy bonito. Mira las cuentas. Están radiantes. Y cómo brillan las multinacionales en ese color rojo sangre, y lo hermosos que se ven los bancos, dispersando sucursales como quien dispersa santuarios y parroquias. ¡Ay, mi señor director, concédame el préstamo para comprar la casa!. Y la señora obtiene su milagro. Pagará con su trabajo durante veinticinco años, pero aún así le dará las gracias al señor, aunque éste ya no le escuche, pues de sus fieles sólo quiere el dinero. Dinero blanco, y dinero negro, que la máquina también aprendió a blanquear, aunque no den muestra de ello las paredes de la habitación, que siguen contaminadas. Alguien tiene que limpiar todo esto, y hay una persona que se ofrece voluntaria. ¿Usted lo va a limpiar todo?. Si, yo limpiaré. ¿Lo hará usted a mano o a máquina?. A máquina, que cansa menos. Y la máquina se puso otra vez a funcionar, sin abrir la ventana, sin luz, y sin ver lo que realmente pasaba.
Mr Nío Blackwood
TITULO 9: EL ALEGATO
EL RELATO:
Ujier : ¡Señores Galácticos, en cumplimiento de la "orden de muestra" dictada contra el planeta "Blue 7" , hemos aterrizado nuestro OVI en su Cuarta Región para sustraer a un bípedo común a fin de poder evaluar la inteligencia colectiva de la especie, y decidir sobre la conveniencia de limpiar el planeta . (Entran dos robots T12 escoltando al humano que servirá de muestra para que hable en nombre de todo el Planeta).
Primer Galáctico: ¿Cómo se llama usted, criatura?.
Profesor Pizarro: Mi nombre es Pizarro, Profesor Pizarro.
Primer Galáctico: Ha sido usted traído hasta aquí porque, debido a lo infructuosa que resulta su especie para el Universo, estamos pensando en limpiar su planeta, y reiniciar allí un nuevo experimento evolutivo a partir de otra especie más dotada genéticamente que los monos. Ustedes, los bípedos, presuntamente inteligentes, nos están costando demasiado tiempo al resto del Universo, y en más de cuatro millones de años de evolución que llevan consumidos todavía no han desarrollado totalmente los viajes espaciales, no han aprendido a crear vida en otros planetas, y no han descubierto la cronocinética. Para mayor desgracia han descubierto la energía atómica sin haber eliminado la guerra de entre sus tradiciones expansivas, lo que supondría un alto índice de riesgo para el resto de la Comunidad Universal en caso de que ustedes descubriesen los viajes espaciales. Su papel aquí es simplemente el alegar cuanto crea oportuno al respecto para que nosotros podamos evaluar el nivel de inteligencia de su especie antes de decidir si limpiamos o no el planeta para empezar un nuevo experimento evolutivo con delfines.
Profesor Pizarro: (El Profesor Pizarro tragó saliva, miró a todos los presentes y, tras comprobar que era el único humano en la reunión, decidió cumplir con la tarea que se le había encomendado). No creo que deban ustedes invertir su tiempo ni su dinero en destruir a una especie que, dado su afán por la guerra, seguramente terminará destruyéndose a sí misma. Creo que no deben preocuparse por nosotros.
Primer Galáctico: La destrucción nuclear estaba prevista para 1956, pero el cálculo ha sido erróneo, y una variable que nos resulta desconocida les ha permitido llegar hasta el año 2003 sin holocausto nuclear alguno. Eso nos inquieta, porque ustedes han resultado ser una de las pocas especies en las que no se han cumplido las predicciones sociales, creando así una gran inseguridad en lo que al futuro de su especie, y del Universo, se refiere. Si ustedes se hubiesen auto - destruido en la fecha prevista, nosotros habríamos reconstruido el planeta y habríamos incluido a los supervivientes en la Liga Federal de la Galaxia Blanca , pero una vez comprobada su capacidad de desobedecer las leyes sociales universales, tal vez sea necesario proceder a la limpieza: ¿Se le ocurre alguna razón por la que debamos dejarles en nuestro laboratorio sabiendo que son ustedes un peligro potencial?.
Profesor Pizarro: Pues la verdad es que no. Me parece una buena idea destruir esta humanidad, porque estoy seguro de que si salimos del planeta ahora entraremos en guerras con otros planetas, y si esta es la única forma de evitarlo, por mí, ¡Adelante!.
Primer Galáctico: ¿Ese es el alegato para salvar a su especie?.
Profesor Pizarro: Con todo respeto, tengo que decir que me importa un rábano lo que le pase al género humano. En verdad, yo nunca me he considerado humano del todo. ¿Qué tengo que hacer para incorporarme a la Liga Federal de la Galaxia Blanca?.
TITULO 10: EL PELOTAZO
EL RELATO: Es domingo, 9 de Noviembre del año 2003, y el Profesor Pizarro, habiendo nacido hace apenas un mes de un parto imaginario y sin dolor, sigue creyendo que tiene 31 años, un acogedor piso, un trabajo de profesor en la Universidad, una licuadora que provoca pesadillas, y el libre albedrío que parece corresponder a todos los seres humanos. Todavía sigue dormido, por lo que tendremos que esperar a que se despierte para empezar nuestro relato. Normalmente vienen las ánimas a despertarlo, pues se han acostumbrado al olvido de éste, así como éste se ha acostumbrado a la gentileza de aquellas. Parece que hoy llegan tarde estas mujeres. ¿Se habrán entretenido por el camino?, ¿Estarán engañando con otro al profesor?. Tampoco las musas vienen a desvelar a este hombre. Tal vez debamos intervenir nosotros. ¿Nos escuchará el Profesor Pizarro?. Nos pondremos a los pies de su cama, cogeremos aire y gritaremos ¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro!, ¡El mundo se contempla a través de las metáforas!. Y el profesor abrirá los ojos.
Se levantará de la cama sin decirnos nada, irá al cuarto de baño para asearse, y luego desayunará. Nosotros nos daremos cuenta de que el piso huele a rutina, aunque el profesor no parezca darse cuenta, pues se ha terminado el café y sigue sentado en la mesa de la cocina con la mirada perdida y totalmente quieto.
Nosotros nos preguntaremos qué le sucede a este hombre. Tal vez esté echando de menos a las ánimas y las musas. Hoy no han venido a despertarlo. ¡Sí que habéis venido!, nos dirá el profesor mirándonos a los ojos. Nosotros no entendemos que está sucediendo. El profesor no debería vernos, ni tampoco hablarnos. Trataremos de desplazarnos para ver si sus ojos nos siguen. ¿Qué estáis haciendo?, nos dice cuando empezamos a movernos lentamente. ¿Qué?, diremos nosotros. ¿Por qué no os vais?, Ya me habéis despertado.
Un observador imparcial diría que el profesor nos trata como si fuésemos las ánimas, pero nosotros no somos ánimas, sino espectadores que no deberían estar en la historia. Puede que el profesor esté confundido por el detalle de que lo hemos despertado nosotros en vez de las ánimas, pero eso no debería suponer un problema. El Profesor Pizarro no debería vernos, ni saber que existimos. Nosotros debemos ser para él unos entes abstractos. Puede que se haya confundido porque hemos realizado las funciones de las ánimas, y ahora crea que nosotros somos lo mismo que ellas. Pero nosotros no podemos tolerar semejante confusión.
¡Disculpe, señor Pizarro!, - le diremos - nosotros no somos las ánimas que le despiertan todos los días sino unos espectadores que leemos historias sobre usted. Él nos mirará escrupulosamente tratando de analizarnos. Ah, vale. Ustedes son las musas que me explican las cosas, ¿No?. - Pues... tampoco – tendremos que decirle. ¿Se puede saber entonces qué hacen ustedes en mi casa y con qué derecho han entrado?. Tragaremos saliva al verlo ponerse de pié y dirigirse a nosotros con la mirada fija. Tal vez trate de tocarnos, pues su escepticismo le daría valor para tocar fantasmas y también... “espectadores” que es lo que le hemos dicho que somos, ¿no?. No podemos dejar que nos toque. ¿Qué clase de historia es ésta en la que el personaje tiene la osadía de tocar a quien la lee?.
Detengamos la imagen para tratar de comprender lo que está sucediendo. El profesor nos confundió con las ánimas cuando le despertamos, y nos confundió con las musas cuando le dimos la explicación de algo. Parece que es capaz de percibir lo que hacemos. Es la magia de leer las historias, que primero nos asigna un papel, y luego nos asigna otro. Tal vez ahora podamos ocupar otro papel distinto. Podríamos ser otro personaje que aparezca en la historia, o ser el mismísimo Profesor Pizarro tratando de tocar a quienes han aparecido en su cocina diciendo que son “espectadores”. Ahora comprendemos.
Siendo el profesor miraremos fijamente a los intrusos y trataremos de tocarlos con la mano, pero justo en el momento en el que tuvimos miedo de ser tocados y decidimos ser el profesor, los intrusos desaparecieron. Ahora están en nuestro interior, pues nosotros somos el Profesor Pizarro, y vemos a través de sus ojos. Ya no hay espectadores, pues estos que fuimos están ahora dentro del personaje, como leyendo la historia. Ha tenido lugar una fusión entre la mente de los espectadores y la del Profesor Pizarro. Aquí podría empezar el relato.
El Profesor no comprende lo que ha sucedido. La angustia de no comprender crece en su interior, pero algo le hace relajarse. Es nuestra voz diciéndole Hoy deberías vivir el pelotazo, y él comenzará su aventura siguiendo los consejos de nuestra mano.
Nosotros explicaremos que esto que le está sucediendo al Profesor no tiene una explicación médica ni científica, ni matemática. Ahora que estamos dentro de su cabeza le diremos que no se preocupe, que se tranquilice, pues esto que para muchos podría ser una locura, o una transmigración de almas, o una invasión de la psique, en realidad no es más que una metáfora para explicar la empatía, cualidad que consiste en ponerse en el lugar de otro al tomar las decisiones, y a la que nosotros llamaremos “El Pelotazo”.
El Pelotazo es la capacidad de poder trasladarse de una mente a otra, como si fuésemos un balón, para saber qué piensan otros seres, sean estos de la clase que sean. Así, haciendo uso del pelotazo, haremos que el Profesor se ponga en el lugar de su taza de café, y tratar de comprender la vida interior de una taza, tan servicial, tan rutinaria, siempre manchándose para después ser lavada. Le gustará el olor a jabón y el agua calentita tanto del fregar como de las infusiones, pero odiará mancharse de café o de colacao, pues no debe gustarle tener churretes ni adquirir el sucio aspecto que su trabajo le proporciona, sobre todo si tarda días en ser lavada. Una taza debería ser tratada con algo más de respeto, porque podría ser el Profesor Pizarro sufriendo un pelotazo.
Una mosca se posa en la taza, que aún tiene restos de café, porque el profesor está en el pelotazo y ahora mismo no es capaz de moverse para fregarla. Puede que la rutina no sea tan fácil de cambiar, después de todo. El pelotazo traslada al profesor al interior de la mencionada mosca, y ahora es capaz de entender que esta mosca apenas vive 24 horas y que para ella el tiempo pasa mucho más lento, pues lo que antes era un día, ahora es toda una vida, y lo que antes eran tres segundos ahora es un día completo. Invierte cuatro días de mosca (equivalente a doce segundos humanos) en encontrar la basura, y se pasa casi dos semanas de mosca (equivalente a 42 segundos humanos) hurgando entre los restos de comida que ella misma había tirado allí cuando estaba en el cuerpo del profesor.
Pero el pelotazo sigue rebotando, de forma que al pasar una hormiga junto al cubo de la basura empieza a comprender el mundo a través de los ojos de una hormiga. Encuentra en el suelo algo que parece comida, así que se acerca, lo muerde con la gran pinza que tiene por mandíbula y empieza a arrastrarlo. El pelotazo sigue funcionando y ahora ha ocupado el cuerpo de una de las cucarachas que viven en secreto debajo del fregadero. Sorprende mucho averiguar que las cucarachas viven en familias, que se cuidan mutuamente y que se sienten unidas por una relación muy parecida al amor de los humanos. Es maravilloso entender el significado de un frotar de antenas, significado simplemente emocional sin equivalente en palabras, pero que viene a transmitir la sensación de que mamá nos quiere, y por eso nos frota las antenas.
Siguiendo a mamá cucaracha conoceremos la infinidad de pasillos diminutos que hay en el edificio, y entenderemos que los bajantes que usan los humanos son muy ricos en alimento, además de un lugar medianamente seguro, teniendo en cuenta la frialdad con las que los humanos nos pisan cuando andamos a cielo descubierto. Siendo cucarachas nos daremos cuenta de que hasta el olor de las alcantarillas resulta agradable para algunas especies, pero el pelotazo sigue llevando al Profesor Pizarro de un cuerpo a otro. Ahora es un pájaro, luego la lombriz que ese pájaro quería coger, pero que no cogió por obra de este pelotazo, que le hizo entender el punto de vista de su víctima. También pasaremos por el cuerpo del perro abandonado que vio a la lombriz meterse bajo tierra, y por el del gato de la vecina del segundo que, desde su balcón, vio al perro orinar en la rueda de un coche.
La vecina retira al gato del balcón para sentarlo en sus piernas y acariciarlo. Nosotros, como buen gato, nos dejamos acariciar, aunque disimuladamente tratemos de rozarnos con sus partes más cálidas. Antes de percatarnos habremos rebotado otra vez, estaremos en el cuerpo de la vecina y tendremos al gato en nuestro regazo rozándose de forma extraña contra nuestro pecho. Volvemos a estar en un cuerpo humano, de forma que aprovecharemos para decir: ¡Vaya pelotazo de viaje!. No sabremos qué somos en realidad, porque tal vez el pelotazo consista en ser todas las cosas a la vez, y tratar de comprender todos los puntos de vista que hay en el mundo. Así seremos musa, profesor y taza. Seremos mosca, hormiga y cucaracha. Seremos la lombriz y el pájaro que la comprende. Seremos el perro, el gato y también la vecina.
Usando el cuerpo de la vecina nos dirigimos a la ventana y buscamos otro animal en el que rebotar. No vemos ninguno, de forma que tratamos de rebotar en un árbol, y sentimos nuestras raíces bebiendo, nuestras hojas respirando, sin hacer la fotosíntesis porque es de noche. Siendo un árbol no tenemos ojos, pero sentimos la vibración del mundo que nos rodea. Hay un caracol subiendo por la pared que en ese preciso momento se convierte en nuestro cuerpo, y así nos hacemos conscientes de lo lento de su viaje, de su constancia en el esfuerzo, de lo humilde de su existencia, de lo estúpido de tener cuernos siendo hermafrodita.
Un niño ha puesto un balón en el suelo y ahora le da una patada. Sería un nuevo pelotazo si rebotásemos en el niño, pero eso no sucede. Crac. Ese es el sonar de nuestro caparazón, ahora destruido por el fuerte pelotazo que nos da el niño, y ahí queda muerto el caracol. Volveremos a la cocina, y seguiremos siendo el profesor Pizarro. El niño nos ha dado un pelotazo y nos ha devuelto a este cuerpo. Un pelotazo detiene a otro pelotazo. La empatía es la cualidad que nos hace entender a los demás, pero a veces no funciona, como el pelotazo. No ser capaz de entender a los demás es lo que llevó al niño a darnos ese otro pelotazo mayor que nos quitó la vida cuando éramos un caracol.
Para aplicarnos el cuento deberíamos saber que al empezar a leer este relato pensábamos leer un pelotazo, y tal vez sea otro pelotazo el que nos haga dejar de leer. Pero nosotros dejaremos de leer respetando las vidas anteriores, sin destruir lo que hemos sido, pues nosotros sabemos cómo acaban las historias del Profesor Pizarro, de forma que nos resulta muy sencillo cerrar esta aventura con el pelotazo de siempre, porque hay frases que también podrían ser una llamada al pelotazo, como por ejemplo ¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro!, ¡El mundo se contempla a través de las metáforas!.
Mr Nío Blackwood
TITULO 11: NO SE VAYAN TODAVÍA
EL RELATO: Ya están preparados, ya están en camino, los momentos que nos quedan se van acercando a nosotros. La historia se hace más grande con cada segundo, y el futuro se deja comer el terreno sin oponer ningún tipo de resistencia. Eso que nos queda por vivir, dentro de un tiempo será lo que hemos vivido. El hecho será siempre el mismo, pero según el lugar en el que lo coloquemos, será un sueño, o será un recuerdo. Puede parecer una locura, pero todavía no hemos hecho más que empezar. El presente es una caja que convierte el futuro en pasado. Con esto hemos empezado. Pero no se vayan todavía.
Esperar es el primer paso para contemplar, y contemplar es el primer paso para entender. Lo decimos con esa facilidad que tiene el que dice cualquier cosa, aún sabiendo que no es cualquier cosa lo que se está diciendo. Son las ideas que se buscan, las que duran desde los tiempos remotos, las que verán pasar miles de siglos y seguirán ordenando los cambios del mundo. Y sonará raro, porque habremos dicho que hay cosas que nunca cambian, y no todos sabrán de qué cosas estamos hablando. El discurso se hará raro y confuso, tal vez para hacerlo un poco inaccesible al despreocupado, al oyente desatento, para que no lleguen hasta él los torpes de corazón. Tal vez hablamos demasiado, o afirmamos demasiado. Tal vez hayamos perdido el juicio y estemos locos al decir estas cosas, pero aún no hemos acabado.
Podremos decirles que el principio no es el uno, sino el cero, y rogarles que no se vayan, que nos concedan unos minutos más, porque aún nos queda algo por decir.
Las palabras se unen para que todos puedan leer lo que de su unión nace, pero no todos saben comprender esas uniones, y a estas personas, les termina por cansar la estúpida rutina de leer simples palabras. Porque hay frases que tienen su sentido más enterrado de lo que se pueda desear. Porque hay conceptos tan complejos que parecen tener una muralla alrededor. Porque hay algunas ideas que se conservan encerradas dentro de grandes fortalezas.
Nosotros diremos lo que no todos saben oír, lo que no todos se atreven a decir, lo que no todos tratan de aprender, lo que no todos quieren enseñar. Diremos que el uno es el cero. Que el hombre no viene del mono. Que la vida no surgió en la Tierra, sino que llegó a ella. Diremos que la historia se nos ha escondido. Diremos que el futuro se nos ha borrado. Diremos que los científicos son como curas. Podrá parecer descabellado, pero no se vayan todavía, porque aún tendremos que decir que la mayor virtud de Dios consiste en saber existir y no existir a la vez, para que los dos bandos hayan acertado. Que la muerte camina en línea recta, y la vida camina describiendo círculos. Que el tiempo es una parte más del Universo, y se puede viajar por él.
¡Locura, blasfemia, a la hoguera!. Habrá cosas que no se quiera tolerar. Habrá cosas que no se puedan decir. Para ellas se creará una prisión de papel. Ya están preparados, ya están en camino, ya traen el alambre que habrá de formar la valla carcelera. Empezarán por aquí, y rodearán todas las ideas descabelladas. No quieren que crezcan y que les trastoquen el mundo. Pero nosotros deberíamos sembrar ideas como el que siembra flores. Señores de la alambrada. ¿Donde carajo van ustedes?. ¿Qué se creen que van a vallar?. ¿Nuestras ideas? Lo sentimos, pero nuestras ideas no se vallan todavía. Aún les queda mucho por crecer.
EL TITULO 12: SIN PENA NI GLORIA
EL RELATO: Un señor cualquiera se sienta en un lugar cualquiera. No importa el lugar, ni el nombre. Aunque él es una pieza más del mundo, deja pasar su vida tranquilamente, sin pensar que se acerca la hora oscura. El mundo es muy grande, y este señor es muy pequeño. Más pequeño aún es el cigarrillo que se ha puesto sobre los labios. Ahora está encendiendo su mechero, y la ruleta ha girado. Pasa, Candela, pasa.
Una llama con el centro transparente, rodeado de un color azul que es rodeado a su vez de color naranja. Todas las llamas son como Candela, con un exterior visible, y con un interior invisible. Candela besa suavemente al cigarro, hasta prenderlo. Ha empezado la combustión, y el señor inhala humo para expirarlo al poco tiempo. Uno está muriendo. El otro se está matando. El cigarro se muere porque Candela lo besó, y habrá quienes digan que se muere de amor. El otro se está matando porque es el que encendió la llama, prendió el cigarro y quiso inhalar el humo. ¡Se va la vida, Candela, que se va la vida!. ¿Está bien o mal?, ¿Puede acaso estar bien o mal?. Hay méritos que no tienen recompensa, y delitos que no tienen castigo. Este señor no cambiará eso. Ahora está haciendo un arito con el humo, y ve como la perfección del círculo se difumina en el aire. También a las formas se les va la vida, Candela. Y no sé... ¿Está bien o está mal?.
No le deis un juicio ni una respuesta. No le digáis lo que para él sería mejor. Él se fuma este cigarro y después se acuesta. La llama lo quema todo con la fuerza del calor. Y el tiempo quema. ¡Que se nos va la vida, Candela!. Volveremos a ser el polvo del que nacimos. Volveremos a ser incluso la nada. Un día no estuvimos aquí, y ahora parece haber un Dios que juega a formar aritos con el humo. Todos somos un círculo, pero se nos va la vida, Candela, y estamos perdiendo las formas.
Yo que ayer vi la perfección de no existir,
Ahora comprendo que existir es hermoso.
Que a la vez se puede estar aquí, y estar allí,
Dando vueltas, como un tramposo.
Yo y yo mismo por un lado.
Por el otro la magia del mundo entero.
Que el señor es portugués, y canta "fado".
Que se va la vida, Candela, al cenicero.
Que sube y baja, que va y viene.
Va dando vueltas como una noria.
Que Dios fuma tabaco porque lo tiene.
¡Candela, tú que matas sin pena ni gloria!.
¿Viste que al principio nadie fumaba?.
Algún día todo volverá a ser igual.
Dejaremos de existir, como la Nada.
Al final todos tenemos un final.
¡Candela, tú que me viste salir del barro,
y llenar este planeta con escoria!.
¡Mira como me mata, de amor, este cigarro.!
¡Que ya me muero, Candela, sin pena ni gloria!.
Mr Nío Blackwood
TITULO 13: MARMOTA
EL RELATO:
Un lirón va por el campo.
No sabe que lo persiguen.
Aquellos que no deciden
miran lo que está pasando.
Angelitos del cielo mirón,
representantes de la buena suerte.
Maldita sea esta situación.
Obligando al corazón,
tan oscuro de la muerte
a llevarse este lirón.
Acudieron a su entierro otros lirones,
que soñaban con vengar al ser querido.
Un día cediendo ante el enemigo
inventaron el suicidio a borbotones.
Hay dos razones para ser lirón:
Ante todo está el no ser persona
y luego... ¡esta revolución!.
Olvidemos que un día fuimos cobardes.
Tenemos que levantarnos y seguir.
Rápido amigos, que llegamos tarde.
Algo me dice que está por aquí.
Muerte ven, concédeme un segundo.
Adivina quien te vence en la batalla.
Recogeré victorias, haya o no haya.
Mis esfuerzos nacen de lo más profundo.
Olores, de cal y flores.
Tétrica imagen: la vida.
Ataúdes de colores.
Mantendré a la enemiga de juerga.
Amanecerá borracha y fumando jachís.
Resulta que como por Valladolid
mantiene su ruta el río Pisuerga,
otra vez seré el asceta que muere para vivir .
Todos contra la muerte al mismo tiempo.
A joderse si el final no rima.
Nota: Vale más un buen rival que un mal amigo.
Algunos sólo son amigos, así, a secas.
Que la muerte no es más que una muñeca
que está dispuesta a no existir, si se lo pido.
Mr Nío Blackwood
(la marmota está en las primeras letras de los versos)
TITULO 14: USTED PUEDE SANAR SU VIDA
EL RELATO:
Pasa la vida,
como el viento,
en un segundo.
Se pierde el tiempo,
no hay salida,
muere el mundo.
Cambia la capa de cera
en esta esfera.
Agua para el mar profundo.
¡Vida enferma, no te mueras!.
Dios no es más que un vagabundo,
anunciado en cartelera.
¡No tengas prisa, espera
que acabe la primavera,
que te dio la enfermedad!.
La que te llenó de humo y pantallas.
La que bombardeó su propia historia.
La que piensa que ganó alguna batalla.
La que, sin saberlo, está montada en una noria.
La que le quitó el pan de la boca a tus hermanos.
La que te enseñó que lo mejor es competir.
La que te dice que el dolor es algo sano.
La que dice que al final vas a morir.
Esa es la salud que nunca quiera.
Y ella dice: ¡Usted puede sanar!,
En verdad, puede hacerlo cualquiera.
Pero no quiero luchar.
Y el final de la escalera
está, como ya he dicho, al final.
Que se va la vida volando,
y sin ella no me quedo.
Algunos se están curando.
Pero yo... me muero.
La hora de la partida.
Del mundo viejo, al mundo nuevo.
Usted puede sanar su vida,
(me dicen),
pero poder es querer, ¡y no puedo!.
Mr Nío Blackwood
TITULO 15: UTOPÍA
(sin política)
El Profesor
Pizarro ha vuelto a la cabeza que tiene por mundo después de echar sus
carcajadas a pie de tumba. Puede que no todos entiendan el Universo de este
hombre, pues no es fácil concebir que un modesto piso, un antiguo trabajo, una
Universidad y todos los accesorios de esta vida construida sobre metáforas
residan únicamente en lo que para nosotros ocupa una cabeza humana. Él es pura
ilusión, por lo que tiene libertad para hacer lo que quiera sin que le pase
nada malo, pero tiene el pequeño problema de estar sometido a las restricciones
que se le imponen desde el exterior. Hoy
le toca a usted "Utopía", le dirán sus musas, y además, no puede usted meterse en política,
recalcará una de ellas, más quisquillosa que las demás, más exigente, más como
debe ser el mundo exterior, que sólo los que saben vivir por dentro pueden
llamarse Profesor Pizarro.
Le daremos
un achuchón para que su historia de la Utopía le ayude a contar lo que quiere sin tener
que hablar de política, por lo que estaremos con él en la Refranería. Allí
escuchará que "el mundo que vemos es el reflejo de nosotros mismos",
y pedirá un cubata. Dirá que "la libertad no se pide, porque basta con no
tener miedo a usarla", y pedirá otro cubata. Alguien le dirá que "el
mundo de los sentidos no es real", y tendrán que llegar más cubatas
todavía. Las ideas tratan de enlazarse con la Utopía , pero el mundo, la libertad y la realidad
le inducen a hablar de Política, por lo que el Profesor se calla, pide otro
cubata, se lo bebe de un trago, y sale del bar.
En la
puerta le pondremos un deportivo blanco, y las llaves estarán en su bolsillo.
Él ya sabe que este es su coche, por lo que irá a divagar por la Autopista de la
inspiración, a ver si la Utopía
va tomando forma. Y el coche se pone a 150, y hay una señal de prohibido
politizar. El pie pesa más que antes, y el coche se pone a 200. Un cartel
publicitario anuncia "Urbanización Utopía, el mundo que no se ve".
Una idea, dos mensajes, tres refranes, cuatro estaciones, ahora acaba de llegar
a la primavera. Nadie le contó los cubatas, pues nadie vio propio contarle los
cubatas a un matemático. El coche se pone a 250, y es la hora de pulsar R1, y
meterle nitro al motor. El coche se pone a 300, y los carteles de esta
Autopista que hemos llamado "de la inspiración" se mezclan unos con
otros. "Vota Kerry", "DYC, gente sin complejos", "Di
no a la droga", "Dile lo que quieras, pero no le hables de
política". Se acabó el nitro, y el coche se pone a 200. Luces azules,
detenga ahí su vehículo. Son los agentes del Arusnec deteniendo al Profesor
Pizarro, preguntándole si tiene prisa. La verdad es que sí, señor agente,
porque ya es domingo, y tengo una cita. ¿Sabe usted que circula a 200 por una
carretera comarcal?. No, señor agente,
esto es una Utopía. ¿Cómo dice?. Quería
decir una Utopía. ¿Ha bebido usted?. No,
bueno sí, un poco, pero es que esto no es una comarcal, sino la Utopía de la inspiración.
¿De qué está usted hablando?. Me parece que tendrá usted que acompañarnos. Increible. No sé decir Autopista.
¿Cómo
explicar a quien está fuera lo que hay dentro?, ¿Cómo explicarle a estos
agentes que el Arusnec es el malo de esta película?, ¿Cómo explicarles que el
Profesor Pizarro es un personaje famoso en los certámenes de Santo Domingo de
Algo y que tiene que aparecer esta noche con una Utopía que no hable de
política?. ¿Qué le diremos al Profesor cuando vea que tiene pasar la noche en
el Arusnec?. El Arusnec es un lugar muy frío y muy silencioso, pues allí ni
pensar se puede. Tal vez podamos explicarle que bebiendo cubatas no se arreglan
las cosas. O podemos decirle que aprenda a decir Autopista, para cuando le
pregunte un agente del Arusnec. Puede que él no quiera comprenderlo. Esta
borrachera le ha costado la libertad, y ese es un precio demasiado caro. Ahora
no podrá decir que le fastidiaba la prohibición de aquella musa, ni podrá
hablar de la Utopía
que, un día más, llegará a la noche con forma de idea silenciosa. No hará
ruido, porque dormirá la papa junto a otros presos del Arusnec. Su Utopía no
pasará de ser una Autopista en la que se anuncian las ideas libremente. Su
relato no pasará de ser una tragedia, pero ya se lo dijeron. El mundo que vemos es el reflejo de nosotros
mismos. ¿Y que hace el Arusnec en nuestro mundo?. Con un espejo veremos el
reflejo de nosotros mismos, y entonces comprenderemos que la Utopía del preso se reduce
al simple deseo de recuperar su libertad, y esa es la única Utopía que el
Profesor Pizarro puede tener en esta historia.
Mr
Nío Blackwood
TITULO 16: UN AÑO MÁS, O UN AÑO
MENOS (por el Profesor Pizarro)
Termina un año más, ya queda un año
menos. ¿Qué es lo que tengo?, ¿Qué es lo que pierdo?. Se puede sumar, o se
puede restar. Ese es el arte matemático. No hace falta hablar de las musas para
saber que un camino puede recorrerse, como mínimo, en dos direcciones, pues la
cuesta sube o baja según dirigimos nosotros el sentido de nuestra ruta. Para
jubilarme me queda un año menos, aunque llevo sin cotizar un año más. ¡A ver si
inventan ya los robots que nos quiten de trabajar!, ¡Y a ver si nos damos
cuenta de que con tanta máquina no hay trabajo para todos los humanos, y que el
paro es una consecuencia inevitable de la tecnología!. Y un extremo de la
historia está lleno de esclavos, y el
otro está lleno de máquinas, mientras el presente sigue en medio, con cara de
bobo, sin olvidar lo que pasó, imaginando lo que va a suceder, sin darse cuenta
de que ambas cosas son la misma. ¿Cuánto dura el presente?, ¿Y en qué sentido
camina esta delgada oveja que separa el rebaño pasado del rebaño futuro?. Vamos
hacia delante un año más. El final se nos acerca para enseñarnos que también
nos queda un año menos. Y las dos cosas se hacen a la vez, y en un mismo acto.
¿Qué tenemos?, ¿Qué nos queda?. Aprovechemos para sonreir este instante que
puede ser el presente, este día que puede ser el presente, este mes, este
año... Luego vendrán otros, o se irán, que el caminante conservará sus dudas al
respecto mientras le quede camino. Ese es el precio que debe pagar la
humanidad, condenada a repetirse a través de los milenios sin saber que el
pasado y el futuro son iguales en esencia, aunque se distinguen por su
complejidad.
Mi nombre es Profesor Pizarro, y mi
contexto actual es "un año más o un año menos". Sacando el factor
común al año más y al año menos, resuelvo hablar del año, a secas. Un año, sólo
eso, que cada cual camine hacia donde le lleven sus musas. Un año, un siglo,
una vida... ¡Todo es lo mismo, y se repite!. Uno detrás de otro, sin cesar, que
"todo es círculo en el espacio y todo es ciclo en el tiempo", dice mi
musa. La fábrica de instantes que hay en el origen de los tiempos está empeñada
en funcionar a toda costa, y nunca se detiene. ¿Qué pasa si termina este año?,
¿Acaso no empieza otro?. Tengo la impresión de haber vivido esto antes, diría
el Príncipe de Persia. Feliz año nuevo, dirán otros muchos. Pero yo estoy sólo,
porque me hice mayor para mis padres, porque me hice serio para las muchachas,
porque me volví loco para mis amigos. Porque hice de mi vida un instante, de mi
presente una duda y de mi cuerpo un traje. Porque hice del amor un chiste, y de
la pregunta un arma. Porque di con las palabras en el suelo y me divertí
escuchando el peligroso cantar de las sirenas. Porque no hablé todo lo claro
que debía, y ahora mis palabras son confusas incluso para mí.
La idea se hace palabra en una clase.
Han cambiado mi caballo por un potro.
Que este año que termina es como el otro.
Una esfera tiene, y a la vez no tiene base.
Empezar a caminar, crecer y morir.
Intentando vivir, comprender y girar.
Que el camino es a la vez el ir y el venir.
Tener algo y perderlo en ningún lugar.
Doce son las uvas que comer debemos.
Doce son los meses delante y detrás.
Ahora es algo que todos sabemos.
Ya nos queda un año menos,
pero también tenemos uno más.
Os desea lo mejor para el año 2004,
El presente es un eterno instante.
(Profesor Pizarro)
TITULO 17: EL IDIOTA
Todos saben qué es un idiota, por lo
que hablando de ellos no podremos descubrir América ni la pólvora. Puede que a
nosotros nos dé igual descubrir algo o no hacerlo, y por eso tendremos que
plantearnos la posibilidad de terminar descubriendo que también nosotros somos
idiotas. El idiota está de paso, sin beneficiar a nadie, sin beneficiarse a sí
mismo, como los estúpidos. Tomando como referencia las conductas absurdas que
Reyes postuló la semana pasada diremos que el idiota es, por ejemplo, el que
mata un insecto. También podría ser idiota la persona que infla el "matar
un mosquito" hasta tener un homicidio con premeditación donde no había más
que el natural deseo de no querer padecer las molestias de una picadura. Los
hay que no piensan en estas cosas, y que prefieren perderse en la red de las
tradiciones sociales que todo lo excusan. Y así llevan la tranquilidad a lo más
profundo de su alma, donde el viento deja de soplar ante las dudas, donde el
"ser o no ser" puede resolverse en un "no ser" que deje
cadáveres paseando por la tierra. ¡Me encantaría ser un idiota pero, por
desgracia, sé cuáles son las cosas malas que hago, y la verdad es que no duermo
muy bien!.
El cielo se pone negro, pero el
verdadero chaparrón de estupidez cae sobre la nuca del hombre al saber que las
cosas pueden hacerse de otra manera, y que él decide seguir haciendo las cosas
como siempre, tan tranquilo, como si la vida no se le fuese en ello, aún
sabiendo que se le va con ello. Y ahora se ve ante el espejo y comprende que el
Profesor Pizarro no ha venido porque le han vetado la entrada al certamen, tal
y como le sucedió al Nío en casa del Nini, tal y como creen Reyes y el Moste
que les pasa en el antro, tal y como todavía le sucede al Gaba en la casa del
Yáñez. Se cierran las puertas para dejar al idiota en el pasillo, para que
piense sus pamplinas tranquilamente, sin molestar, porque los listos se
quedarán en otra parte. Lo dicho está dicho, y las paredes oyen, y lo que es
peor aún: se chivan. El Profesor Pizarro sabe que está vetado por alguna razón
tan desagradable que no le ha sido comentada por quienes la esgrimen. Pero no
hace preguntas. Una puerta cerrada es una puerta cerrada, y eso lo saben hasta
los idiotas que quedan tras ella. Tal vez él lo sepa por eso mismo, y ahora
esté tumbado sobre al alfombrilla de la puerta. Cierto es que mis ojos no
reconocen el camino que lleva a la puerta que le han cerrado al Profesor, pero
el Profesor ha decidido olvidarlo. Sus manos dejarán la calculadora para
manejar otras herramientas que merezcan realmente dicho nombre. Su sonrisa se
dibuja vagamente, pero lo hace envuelta en otras sensaciones vaporosas que sólo
aprecian los espíritus que han sufrido lo que ella sufre ahora. Y su boca dice
gracias en voz alta, y a todos. Porque entre sabios complicados no puede vivir
un idiota. Escuchó campanas sin saber dónde, y mandó destruir todas las
Iglesias. Hará su petate. Guardará las fotos que inmortalizaron la juventud y
la hermosura de sus seres queridos, a pesar de que en las fotos no se registre
la verdadera belleza. Ya se va. Abrirle la puerta ahora no serviría de nada. El
idiota se hace el sordo.
Nieve. Frío. Invierno. Las despedidas
tristes suelen tener lugar en estas fechas, y el adiós sale de entre los labios
envuelto en una nube de vaho que poco a poco se destila en el ambiente,
simbolizando, que también las despedidas dolorosas terminan por borrarse de la
memoria. Se aleja de la puerta cerrada. Hoy bajará por última vez los sesenta
escalones de la casa en la que nació, porque ha decidido no volver. No quiere
que le vuelvan a hablar de números, porque ha dejado las matemáticas. No quiere
que le vuelvan a hablar de puertas, porque ya ha llorado bastante detrás de
ellas. No quiere que le hablen de amor, porque le duele mucho el desengaño para
lo que le dura la ilusión. Y por eso va silbando un mal de amores. El tren sale
en dos minutos. El Profesor no ha subido, porque se ha detenido a pedir
disculpas por haber participado una semana más en el certamen. No sabe si le
serán concedidas, pero eso no es más que otra prueba de lo idiota que puede
llegar a ser la gente. Correremos al andén a preguntarle si ha decidido no
coger el tren. Después de todo, ¿Dónde va a ir sólo y sin equipaje?.
¿Se queda usted, Profesor?.- No.
Tranquilos. Ya me voy. Un idiota como yo no debería andar molestando a la gente
de bien. Discúlpenme. Ellas ya están aquí. Ya me voy.- Llegaron sus musas
en forma de humo para abrazarlo, esconderlo dentro de un remolino, y hacerlo
desaparecer en el aire. Las musas se fueron, y él con ellas. En el mundo real
sólo quedó su cadáver, pero aquí sonará su voz por última vez: ¡Escuchadme,
amigos, escuchadme, el mundo se contempla a través de las metáforas!. Dijo
esto, y nunca más se supo nada de él.
Doce son las uvas que comer debemos.
Doce son los meses delante y detrás.
Ahora es algo que todos sabemos.
Ya nos queda un año menos,
pero también tenemos uno más.
Os desea lo mejor para el año entrante,
El presente es un eterno instante.
(Profesor Pizarro)
TITULO 18: CARCAJADAS A PIE DE TUMBA
Tranquila, España, tranquila, que te habla quien no tiene
interés en lastimarte, que soy el que a veces te vio demasiado grande para su
familia, y otras demasiado pequeña para el mundo. Tranquila, España, que la
muerte no podrá inundar tus calles mientras los fuertes estén de tu lado.
Tranquila, España, tranquila, que aunque estamos empezando a caminar por el
sendero de la guerra, todavía estamos a tiempo de escoger otros caminos. Pero
estáte tranquila, España, y escucha un momento.
Mi nombre es Profesor Pizarro, y salgo de la cabeza que me sirve
de cárcel con un pincel en la mano y tarareando mi canción. ¡El mundo se contempla a través de las
metáforas!. Lo digo, y sé que mis musas sonríen en algún lugar del mundo al
escucharlo. Y luego te miro con el prisma de los poetas, para verte como a una
anciana, cansada de pelear, de sufrir, como la España que ven quienes
dicen que eres árabe y cristiana, republicana y monárquica, democrática y
tirana. Y se lamentan, porque alguien está hiriendo a esta anciana, y está
convirtiendo sus calles en improvisadas fallas y sus vagones de tren en
improvisadas tumbas. Esta vieja llora su dolor, y hay quienes entenderán que
uno y uno son dos, y que también es uno contra uno, y que también es la guerra.
Los esotéricos ven la guerra en el número 2, en el color rojo, en el planeta
Marte, pero no mencionan el detalle de verla también en el número 11. Uno
contra uno, que no lo escuche nadie. 11S y 11M. ¿Es que también van a
sorprendernos el 11 A ,
y el 11J?. Tal vez no lo vemos porque ETA vive en España y puede ser ella quien
siembre la muerte en tan mala fecha, pero todavía queda otra España detrás del
prisma.
Una historia de 21 siglos, 21 años para un joven al que le ha
dado por estudiar ingeniería agrícola. Una infancia sometida a un padre romano,
y una adolescencia con la madre Iglesia. Una mayoría de edad alcanzada entre
los 18, los 19 y los 20 años de Edad. Ahora en libertad, pero con dudas en su
interior. No sabe quién es, no conoce sus partes, y sus partes se rebelan
contra él. Un joven de 21 años que se ve rodeado de un mundo mercantil, bélico
y libre. El joven está en la edad de crecer pero ignora, y por eso se une a los
más fuertes. No diremos que se apunta a un grupo de skins porque los skins atacan
por atacar, y el grupo de este joven ataca siempre por intereses materiales. Y
fueron a robar un petróleo, y le rompieron la cara y el cuerpo a una señorita
árabe cuyo nombre no precisa ser repetido. Pero el joven no quiere entender que
él es parte del grupo que atacó, y que puede que la semilla de la venganza que
ahora vemos crecer aquí contra los que atacan, haya crecido ya en otras
personas contra nosotros. Pero tranquilas, Españas, tranquilas, que siempre
hubo dos Españas, y a las dos les hablo. Una siempre reía, y otra siempre
lloraba, porque siempre pelearon entre ellas, y solo podía ganar una. Uno
contra uno, y veo el 11, y veo el 2, y veo la guerra.
¿Qué pensará el resto del mundo, informado de los atentados
terroristas internacionales, sabiendo que España, Inglaterra y EEUU están
amenazados por Alkaeda, sabiendo que el ataque puede venirles desde cualquier
sitio?. Señores, quienes dicen que España es un pueblo inteligente deberían
pensar a cerca de lo listo que parece un joven que en plena movida de robos,
atracos, bombardeos y muertes, decide atacarse a sí mismo, como si una parte de
España atacase a otra, como si mi mano me atacase a mí, como si ETA atacase
España. Algunos dirán que los españoles están locos. Otros dirán que están mal
informados. Otros que están engañados. Yo digo que los españoles, de un lado y
de otro, de izquierda y de derecha, de pinceles azules y de pinceles rojos, los
de la vieja y los del joven, todos están en España, y tienen el deber de ocupar
sus posiciones. Señores, mantengamos las ideas claras, pincel en mano, que el
mundo entero debe ser violeta. Señores, no juguemos a matarnos, porque lo
pienso, profundamente, y siento miedo.
Señores, no
marchitemos la flor de la vida, no pisemos el instante que somos como si fuera
una hormiga. Señores, que yo no me apoyo en autoridad ni credibilidad ninguna,
y por eso me limito a suplicarles prudencia. Que en todas las guerras ha ganado
siempre el que no tomó parte en ella. Que el Gobierno no habló por voluntad del
pueblo cuando apoyó el asalto del petróleo. Llevamos más de cinco siglos
avisados, pero somos tan laicos que ni en los científicos creemos, por el hecho
de que nos parecen demasiado antiguos. Que veo la parte oscura de la historia
llegar sobre nosotros para arroparnos en un manto de sangre, religión de
fanáticos contra ciencia de explotadores, y siento miedo. Pero tranquila,
España, tranquila, que hay un grupo que pide la paz, hay un grupo que no cogerá
las armas, hay un grupo que ayudará a curar enfermos, a reconstruir lo
destruido. Hay un grupo que siempre ganó las guerras, y es fácil seguirles el
rastro. Que no sea la muerte la que os una, porque os podéis unir estando
vivos. Tranquila, España, tranquila, que te respetaré como a mi madre, que te
defenderé como a mi hija, que estoy aquí porque estás dividida, y no te unes
frente al problema común. Porque alguien prometió que tus calles serían una
tumba gigante, y nos mintió. Que el sabio abofeteado debe poner la otra mejilla
y sonreir. Que el que muere frente a su asesino debe morir sonriendo. Que estoy
viendo venir la tragedia y entiendo que soy demasiado pequeño para detenerla
solo, pero me permito el lujo de sonreir ante la muerte, porque creo que en
ella no se acaba mi camino.
Ahora sé que nadie
me encañonará la cabeza para dejarme morir diciendo "No a la Guerra ", sino que
puedo morir en una repentina explosión. Por eso lo dejo dicho, y te lo digo a
ti, Tierra: ¡Deja de competir, deja de luchar!, ¡Coge un pincel y pinta el
mundo!, ¡No te dejes abatir, y recuerda que antes de morir es bueno reírse!,
¡Carcajadas a pie de tumba, me dijeron!. Que la tumba es el mundo, la muerte es
la guerra, la carcajada es la esperanza, y estos pinceles son nuestros cañones.
¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro, espero que le quede un mundo para
contemplar a través de las metáforas!. ¡Carcajadas a pie de tumba, me dijeron,
y al terminar de escribir esto, yo estaba casi llorando!.
Mr
Nío Blackwood
TITULO 19: EL
HORÓSCOPO
Por ser
éste el primer número de La
Revista , y confiando en que no sea el único, aprovecharemos
para explicar las circunstancias que hacen que este horóscopo sea distinto de
los demás. En primer lugar, está
el detalle de que en esta sección nunca mentimos, por la sencilla razón de que
nos resulta más sencillo confesar nuestra inexperiencia y la imprecisión de
nuestro método que andar buscando frases generales que puedan ser aplicables a
cualquiera, tal y como sucede en esos horóscopos populares en los que aquello
que se dice para uno es aplicable también al otro. Desde aquí proponemos un
juego: Cojan un ejemplar de cualquier periódico que tenga una sección de
horóscopos y comprueben que sea del día anterior. Luego pueden ponerse de
acuerdo con sus amigos para leer el horóscopo del día anterior en común. Uno de
los asistentes se encargará de leer en voz alta cada uno de los doce signos,
pero sin decir cuál es cada signo. Los participantes deberán adivinar cuál es
el suyo sin más pistas que la predicción concreta de quien escribió el
horóscopo y la experiencia de su día anterior. Les avisamos que es muy difícil
acertar, porque la mayoría de los consejos les resultan aplicables a todo el
mundo.
Nosotros
entendemos que si el Universo está compuesto de elementos químicos determinados
y existe una ley de atracción universal que hace que todos los elementos del
Universo influyan unos en otros, es posible que la situación de un planeta
influya en los elementos que componen a los seres vivos, en los planetas, en
los países y en las mareas. También podremos imaginar que la posición en la que
el Universo estuviese rodeándonos mientras nos formábamos en el vientre del
seno materno pudo determinar la forma en la que se organizarían nuestros
ácidos, nuestras moléculas y nuestro átomos, produciendo tal vez determinadas
modificaciones en nuestro ADN. Puede que la astrología sea la primera
influencia del exterior a la que se ve sometida toda vida de nueva creación.
Nuestra imaginación da para mucho, por eso podríamos decir que Aries es el impulsivo que inicia el
movimiento, por eso es una cabeza situada en el principio del ciclo estacional,
en Marzo, cuando el impulso de la primera trata de levantar la vida en el
mundo. Tauro será el impulso
concentrado, el ansia de vida y el vigor, pues ya tiene escogido un objetivo, y
por eso será que los tauro tienen fama de testarudos. Géminis, el tercer signo, es el que aprende que no hay que decidir,
sino que ambas opciones son iguales, y decide unirlas para formar una pareja de
iguales, simbolizada en los gemelos. Con esto acaba el primer trío, y empieza
el segundo con el signo de cáncer, simbolizado con un cangrejo, al que un duro
caparazón sirve de armadura y protección. Cáncer
representa la familia y el hogar, pues el individuo ya no quiere vivir solo,
sino en un grupo que por lo menos tenga dos miembros, tal y como le enseñó la
época anterior. Después de cáncer vendrá Leo,
signo del León, de la autoridad, en el que uno de los miembros trata de
convertirse en el rey de la casa y adoptar el papel principal. Leo puede venir
acompañado del uso de la fuerza, en cuyo caso provocará serios conflictos y
guerras. Después vendrá Virgo, el
último signo de este segundo trío, simbolizando la fecundidad de la mujer como
complemento de la fuerza del hombre, y volverá a poner de manifiesto la
necesidad de que ambos sexos se unan. En Leo quedó el León reinando en la
selva, y en Virgo vendrán las leonas a disputarle el Imperio. El conflicto se
extiende hasta la próxima época, el signo de Libra, en el que será el equilibrio entre las partes enfrentadas el
que tendrá que desarrollar el papel de justo repartidor. Libra es el séptimo
signo, por lo que con él empieza la segunda mitad del ciclo. Del uno al seis se
construye la unidad familiar, pero las familias también encuentran una crisis
en su camino. Cuando el individuo se hace una familia ha subido un escalón en
la evolución, pero aún quedan escaleras, y pensando en la forma cíclica, puede
que estas escaleras terminen allí donde empezaron. Escorpio traerá la locura dispersada y la muerte en forma de
impulso, pues si Tauro fue ansia de vida, Escorpio es su contrario, y es la
muerte lo que busca y a lo que trata de acercarse para sentirse vivo. Pero
también pasa la época de la muerte, dejando escuelas religiosas, filosofías
postvida, cementerios... y la muerte pasa a formar parte de la vida mostrando
la madurez de la civilización. Una vez se comprende la muerte y el paso
incesante de la vida, es el momento de reaccionar, de aprovechar el tiempo, de
volver a dispersarse. Y llegará el signo de Sagitario para lanzarnos al exterior en forma de flechas, símbolo
del viajero, del emigrante, del que se aleja del lugar donde se hizo fuerte
para explorar nuevas tierras, para conocerlas, y para conquistarlas, pues
Géminis crecía por medio de la unión, y este lo hará por medio de las guerras.
Cuando alguien gane las guerras y pueda ponerse por encima de todos llegará una
época de gobierno desde las alturas, y todos sabrán que el gobernador está allá
arriba, como la cabra en el monte, como un dios en el cielo, como un monarca en
el reino, como un presidente elevado sobre las enormes montañas de papeles que
produce la red burocrática. Ese será el signo de Capricornio. Este será décimo signo, el signo de la perfección.
¿Quién sabe si no se añadieron dos signos posteriormente corrompiendo la
perfección del número diez?. De todas formas, si hay signos añadidos puede que
no sean los dos que nos quedan, sino que hayan sido algunos de los que ya hemos
visto. Acuario es simple agua,
simple energía, simple mezcla. Puede que venga el agua a limpiarlo todo, a
eliminar lo impuro y a dejar el mundo como una única cosa en la que todo está
mezclado y unido. Luego veremos los dos peces, y estaremos en Piscis imaginando qué harán estos dos.
¿Se unirán?, ¿Pelearán entre ellos?. El dos es la guerra, pero también es el
principio del amor. Lo más curioso de todo es que, para los astrólogos, la
rueda del tiempo recorre los signos en la dirección inversa a la que nosotros
hemos utilizado aquí. Pero este horóscopo es distinto, y por eso lo hace, por
eso hoy no le ha pronosticado nada a usted, por eso ha hablado de la Humanidad en general.
¡Pero para saber eso no hace falta ser astrólogo, dirán algunos!. Es que
nosotros no somos astrólogos, diremos nosotros, y por eso cerraremos esta
sección del horóscopo, tal vez para abrir otra en la que engañar a nuestros
lectores, tal vez para abrir otra en la que nos limitemos a investigar
astrología, tal vez para crear una sección distinta. Nosotros somos de Aries,
pues hemos nacido en Marzo, y lo que no nos falta, es el impulso de vida, y el
horóscopo, será simple imaginación.
TITULO 20: EL RELOJ
(en cuatro actos)
Acto I: Lo que
parece
No
quiero contar los meses, ni los años.
Sólo
cuento los amigos y los placeres.
Unos
quieren los derechos sin deberes.
Otros
dicen que las leyes le hacen daño.
Unos
dicen que el reloj se está rompiendo.
Otros
dicen que es la noche, que confunde.
Otros
gritan: ¡Este barco no se hunde!.
Otros
dicen lo que diga el viento.
Hay
un eje que parece una cadena.
Hay
un ciclo que nos parece un abismo.
Hay
una Gran Vida que merece la pena.
Una
metáfora. Un reloj. Un espejismo.
Las
agujas que despeinan su melena
están
ahí siempre hablando de lo mismo.
Acto II: Lo que es
Doce
horas con sol. Doce sin él.
Un
círculo en sesenta por sesenta.
En
el teatro de la vida no hay reventa.
Y
la recta en realidad es un cordel.
Que
ahora pueden ser las tres.
Que
a las seis tengo una cita
con
la antes fue chiquita
y
ahora es toda una mujer.
Hasta
la primavera se marchita.
Hasta
el día pierde su sol.
El
tiempo lo da quien lo quita.
El
cuco ya está cantando su canción.
Vestidos,
ciclos, la flor, risitas.
¡Que
vida tan bonita!, ¡En verdad es un Reloj!.
Acto III: Lo que
quiere
De
sol, de arena, de agua, con pilas.
Latir
del triste corazón del mundo.
En
todas partes, en lo más profundo.
Sacando
al hombre de lo que fue un gorila.
Poniendo
arrugas en lo que fue una cara.
Y
un boticario en lo que fue un camello.
Mandando
cartas, sin sobre ni sello,
A
decir que este reloj nadie lo para.
¿Qué
haces del bebé?. Un abuelo.
¿Y
qué haces del futuro?. Una historia.
¡Pones
calvas donde un día hubo pelo!.
Y
haces de la vejez tu enorme Gloria.
Yo
era un niño que tenia su caramelo.
Y
tú, reloj, quieres bajarme de la noria.
Acto IV: La
metáfora del traje
Eres
el traje de mi amado Padre.
Digamos
que el volumen es su cuerpo.
Tuvimos
que vestirnos con un Tiempo.
Cancerbero
siempre gana. ¡Que no ladre!.
Hace
falta un sastre que lo mida.
Que
nos diga que un botón es un minuto.
Que
repitan la lección los institutos.
Que
nos cuenten los instantes de una vida.
Si
él estaba o lo cosimos: No sabemos.
Tal
vez sólo le asignamos un patrón.
Un
principio para el mundo: Imaginemos.
Hay
esferas pululando alrededor.
Es
hermoso este vestido, más o menos.
En
verdad no es un vestido: ¡Es un reloj!.
(Mr Nío Blackwood)
TITULO 21: ESPECIAL
NAVIDAD (del Profesor Pizarro)
¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro, el mundo se contempla a
través de las metáforas!. Y la nieve cae como lágrimas de felicidad que se
congelan antes de llegar al suelo. El invierno se asienta sobre los edificios blanqueando
los tejados y mandando a las aves emigrar a otra zona más cálida. Va terminando
el año y el paisaje se suelta la canosa cabellera, extendida como un manto de
frío ante los ojos del Profesor Pizarro, que contempla desde la ventana de un
extraño castillo. A lo lejos se ve una nube de polvo rojo que se acerca. La
gente grita por las calles dando carreras de un lado a otro, como avisando a
los vecinos, recogiendo sus posesiones.
¡Se acercan las avispas bermelloooooón!. Este es el grito de alarma. El
enjambre está cada vez más cerca, y teniendo en cuenta la velocidad a la que se
aproxima, no tardará mucho en estar sobre el Profesor. ¿Qué son estas avispas?- se preguntará él, que siempre hay una musa
cerca para responder a sus preguntas. Son
las avispas bermellón, que vienen a recoger la cosecha de este año. La gente
tiene miedo porque sabe que cuando estas avispan les pican enferman del
"mal rojo", y les salen unos sarpullidos en las manos y en el pecho
que sólo se les quitan si entregan una parte de lo que han ahorrado durante el
año. Los que menos tienen se ven obligados a entregarlo todo cuando son
atacados por las avispas bermellón. Tal vez deba usted cerrar la ventana,
Profesor.
El Profesor Pizarro cierra la
ventana inmediatamente, pero no deja de mirar a través del cristal para ver
como se acerca la tormenta roja que son esas avispas. -¿Y que pasa con esos sarpullidos?, ¿De dónde han salido estas avispas?,
¿Y si me niego a darles mis ahorros? - El profesor sigue haciendo preguntas
a su docente musa, que siente el miedo en su invisible cuerpo sólo de imaginar
lo que va a suceder. Los sarpullidos son
heridas que escuecen y queman, y sólo se alivia el dolor frotándolos con un
trapo mojado en licor de albecedera. El problema es que la albecedera sólo
crece en El Jardín Naranja del Castillo, y para conseguirlo, hay que entregar a
la Avispa Reina
la cantidad de dinero que pida. Siempre pide más de lo que la gente puede
pagar, y es muy poca la albecedera que se puede comprar. ¿Y no hay forma de
defenderse de ellas?. Creo que no. Ni
siquiera creo que la ventana vaya a salvarnos. ¿Cómo que no? - El Profesor
se pone nervioso.- Y si no entrego nada y no me echo la planta esa. Pues
tendrá usted que aguantar los sarpullidos. Si los aguanta sin echarse nada, los
sarpullidos desaparecen a los pocos días contados desde que dejen de pasar
avispas. Pero mientras le duren puede
desarrollar tendencias a la hipocresía y a sonreir sin motivo. Tendrá
continuamente ganas de ir a comprar albecedera. Si no lo hace por usted lo hará
por sus conocidos enfermos. Los padres gastan grandes cantidades de dinero en
albecedera para sus hijos. Las parejas suelen comprársela mutuamente. Son muy
pocos los que, después de ser picados, consiguen resistir la tentación de ir a
buscar albecedera. Hay quienes inventan mil artimañas para robarla. Otros la
fían, hipotecando sus casas y sus pertenencias para que, en caso de no pagar lo
que han fiado, todos sus bienes pasen a ser de la Avispa Reina.
El Profesor Pizarro se pone muy nervioso, porque está viendo
como las avispas lo llenan todo con su amenazador revuelo, y está escuchando lo
atronador de su zumbido. Ve saltar
trozos de cristales rotos de aquellos lugares donde antes había ventanas
cerradas. La nube roja zumba por todas partes y ya está rompiendo la ventana
tras la que se escondía el Profesor. Ya todo está perdido. Las avispas
bermellón le están picando por todas partes, y escucha los llantos de la musa,
que también está siendo picoteada en su invisibilidad.
¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro, ya están aquí las
avispas bermellón! .¡Despierte, profesor, que ya están aquí las Navidades!.
¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro, recuerde: El mundo se contempla a través
de las metáforas!.
ESPECIAL DE NAVIDAD
(del Profesor Pizarro) II
Las
musas parecen sonreir junto al Profesor mientras la calle se alborota entre
ruidos y carreras que llenan de vida esta pálida parte del mundo. Parte pálida,
sí, que la parte cálida está más al sur, donde no hay agua, y todo es arena,
donde los tres prestidigitadores que engañan a los niños con sus trajes de
reyes no se molestan en llevar las sobras de carbón. ¡Tenga cuidado, Profesor,
y cierre las ventanas, no vaya a ser que se le cuelen en casa esos pequeños
insectos voladores que transmiten la fiebre del consumo, lo pintan todo de rojo
y blanco, y que cuelgan bombillitas de colores por los árboles!. Son bichos que
flotan por el aire, que se transmiten oralmente, que se meten en nuestros
hogares a través de la tele, que nos asaltan en la calle desde cualquier
escaparate... llegan arrullados por el manto de la tradición, hablando de
portales de Belén, de un 25 de Diciembre, de unos regalos para el niño, de una
Barbie para la niña... Ya nos han acostumbrado a su visita de invierno, pues
todos los años pasa la misma plaga por estas tierras. ¡Profesor!, ¿Me está
escuchando?. Debe usted prevenirse contra las Navidades. ¡No se deje picar por
ellas!. Sus picotazos son muy peligrosos, pues ha habido casos de gente que se
ha vuelto hipócrita y ha terminado sonriendo a sus odiados, y dando perdones de
mentira. Son como pulgas que transforman el cariño en precios, que ponen el
amor en las vitrinas para que lo compren quienes quieran, y puedan amar.
¡Profesor, aléjese de ellas, no se vaya usted a enamorar!. Ellas inflan las
emociones con un aire que puede parecer abrasador, pero que está siempre a
punto de congelarse. Mire la nieve, no más, llena de blancas y abundantes
Navidades. Ellas hacen que el pobre sea más pobre, porque a la vez que nos
incita a dar limosna en la superficie, está por dentro alimentando la máquina
que engulle los recursos del planeta para redistribuirlos nuevamente entre los
propietarios de dicha máquina. Y el manto rojiblanco que forman estos pequeños
seres lo va impregnando todo. Se miente a los niños para que no vean la mierda
de mundo que les vamos a dejar en herencia. Tal vez algún día comprendan lo que
hicimos con ellos, aunque los libros de historia tal vez hablen de "lo que
hicimos por ellos", confundiéndolo todo al cambiar una preposición. Intentamos
pintar el mundo de rojo durante un mes, y ahora brindamos con Coca-cola por lo
bien que lo hacemos. El humor cambia, como el agua, como las emociones, dando
vueltas a sus diminutas partes, permaneciendo inmóvil en su gran esencia.
¡Cuidado, Profesor, que esos insectos son invisibles, y no vemos cómo nos
pican!. ¡Despierte, Profesor, levántese ya de la cama!. ¿Es que no ve que esos
insectos lo van a invadir todo?. ¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro!. ¿Es que
no nos oye?. Le estamos avisando. ¡Ya están aquí las Navidades!. Le estamos
diciendo que todo es una conjura comercial destinada a cerrar las cuentas
anuales de las secciones de producción y venta. ¡Profesor, abra los ojos!. ¿Qué
le pasa?. ¡Profesor, el mundo se contempla a través de las metáforas!,
¿Recuerda?. Mire los diminutos bichos llenando las calles. Son como una ola de
aparente felicidad que muchos pueden soportar con ligereza, pero que luego
devuelve al miserable a su miseria y al obrero a su trabajo. Recuerde que la
vida no termina con el año, porque luego volverán los tiempos pasados, esos en
los que el sano juicio nos hace entender que no sabemos con certeza cuando
nació el niño, que Papá Noël ni siquiera aparece en la Biblia , y que los de Amena
no son nadie para vestir de verde a ese anciano. Pero, ¡Qué más da!. Es una vez
al año, y tampoco pasa nada por dejarse picar. ¡Profesor, haga usted el favor
de saltar de la cama de una vez que nos estamos preocupando!. Pero el Profesor
sigue en la cama sin moverse. No respira. Parece que para algunos la vida si
que se termina con el año. Y puede parecer triste ver a unas musas a punto de
llorar. ¡Usted no puede morirse, Profesor!, ¡Usted nació para contemplar el
mundo a través de las metáforas, y todavía le queda mucho mundo por ver!, ¡No
se muera, Profesor Pizarro!. ¡Le esperaremos en otra historia, cuando usted
vuelva a despertar!. Si quiere descansar ahora, descanse. Aquí está seguro, y
no le picarán los bichos. ¡Pase usted una feliz Navidad, Profesor!. Y la plaga
de las Navidades se llevó a las musas e inundó toda la ciudad, sin despertar al
Profesor. Todo son bichos que pican. Brazos abiertos, que llega la plaga.
¡Feliz Navidad, a todos!.
TITULO 22: "DOCTOR, ¿PORQUÉ CRUJO?" y "ese hombre
es culpable y está ahí como si nada"
Oiga Doctor, ¿Por qué me cruje el cuerpo?, ¿Por qué tengo estos
dolores?, ¿Por qué me siento oxidado?. Tengo la impresión de romperme cada vez
que me muevo. Siento que estoy siendo arañado por dentro, como si alguien
tratase de romperme poco a poco, devorándome en su continuo masticar, bocado a
bocado, crujido a crujido, haciéndome morir lentamente, sin causarme un dolor brusco,
pero martirizándome un millón de veces cada día. Me duelen las rodillas cuando
pienso en lo grande que es el mundo y lo pequeñas que son mis piernas. Sé que a
veces las utilizo para huir, como un cobarde. Me duelen los ojos cuando veo
niños en la tele cuya vida consiste en hacerse mercenarios para matar o morir,
y niñas que van a la cama como va un cochino al matadero. Me duele la espalda
cada vez que como fresas o aceitunas, porque siento todo el cansancio de los
temporeros arañando mi columna vertebral. Me duele la boca cada vez que trato
de justificar mi perezosa actitud, esa que me hace tolerar primero y maldecir
después, y más tolerar y más maldecir, sin llegar nunca a levantarme para
luchar. Me duele el simple acto de mirar, porque veo cómo los días se suceden
unos a otros, y veo cómo los niños siguen siendo mano de obra vendida por
padres que, viviendo en la miseria, tienen que volverse más miserables todavía.
Me duele el pecho cuando trato de imaginar como estarán los corazones de esas
gentes, sabiendo que hoy venden sus hijas al diablo, tal vez porque ya no
tengan un alma propia para vender, tal vez porque el mismo diablo ha preferido
no negociar con ellos. Doctor. Mire cómo se arrugan mis dedos. Mire cómo se
marchita mi jardín. Mire cómo se me encoge el alma. Me duele la palabra, porque
con frecuencia la uso en vano. Me duelen las manos, porque veo que no hago nada
por cambiar la situación. Y me callo, y me duermo pensando que el mundo se
arreglará él sólo. Me duele la vida, doctor, porque me huele a crimen. No puedo
comer sabiendo que el mundo se muere de hambre. No puedo vestirme, porque sé
que la ropa que me ofrecen está cosida con sangre. No puedo descansar, porque
las pesadillas me incrementan los dolores. Míreme a la cara, doctor. Estoy hecho
un trapo viejo, ocupado en limpiar la apariencia superficial de mi realidad
inmediata. Estoy dividido, siendo de un lado lo que hay, y de otro lo que debe
haber. Siento un tirón en cada extremo, y me rompo, y vuelvo a crujir durante
el desgarro. Doctor, no puedo respirar porque el aire está demasiado
contaminado. No puedo beber, porque la lluvia es ácida, y no hay agua potable
para todos. Estos locos viven agrupados, pero piensan de forma independiente.
El mundo se rompe en tantas partes como personas hay, y esa división me cruje
en los huesos. ¡Doctor, por lo que usted más quiera!. ¡Dígame que puedo hacer!,
¡Dígame cuál es mi mal!. Mire el sudor que me empapa todo el cuerpo. ¡No es mi
sudor!, ¡Son mis lágrimas, demasiado abundantes como para salir por los ojos!.
¡Doctor!. Me cruje la cabeza, porque el líder del mundo está firmando
autorizaciones para que se pueda despedir fácilmente a los trabajadores y se
bombardeen algunas ciudades. Hay muchas muertes, y son muertes que me crujen
las arterias, y me llenan las venas de rabia. Dicen que es la economía, la
política y lo inevitable. Dicen que no pueden hacer lo que no quieren hacer, y
sus mentiras me crujen en los oídos. El dinero era un niño que al hacerse
hombre asesinó a su padre, olvidó las recomendaciones prudentes que aconsejaban
el amor como forma de crecimiento, y empezó a explotar a su Madre Tierra. Ahora
el planeta llora porque el niño grande está matando a su madre. Ese niño ya es
todo un hombre. Todas sus partes se enfrentan entre sí, unas buscando la
eternidad en el documento y el registro, otras buscando la verdad en la efímera
expresión del arte. Todos matando, luchando y compitiendo, como quiere Don
Dinero que se haga. Don Dinero es el chulo de papel y metal que está
prostituyendo a la Humanidad. Don Dinero es la razón de esta sinrazón humana. Y
ahí está él, haciendo crujir mis huesos a todas horas, haciendo crujir mi
mundo, y me duele. Míralo con su bigote y su bastón. El hace y dirige. Yo crujo
y tolero. Yo soy lo que existe. Él es Don Dinero. Fundiré sus monedas para que
no me hable, y me haré con los metales una espada. Ya está bien, mi camarada.
¡Porque ese hombre es culpable, y está ahí como si nada!.
TITULO 23: SOÑADORES
La clase estaba concurrida, pues
había más de trescientos alumnos ocupando las sillas, las escaleras y los
rincones. Hasta las lejanas orejas del señor Jacobo habían escuchado hablar de
ese profesor de matemáticas que desde hacía semanas daba sus explicaciones en
clase mediante metáforas. El señor Jacobo es el jefe del departamento de
personal de la Universidad y es el encargado de velar por la rectitud en el
trabajo del personal laboral en el que cada vez son incluidos más profesores, y
entre estos, está incluido el profesor Pizarro, ahora conocido en todo el
campus por su afición a las metáforas. El profesor Pizarro está hablando con lo
que parece ser el aire, y el señor Jacobo, que hoy se ha ocultado entre los
alumnos para ver la didáctica, empieza a confirmar los primeros rumores que
había escuchado: Este hombre tiene amigos invisibles.
¡Silencio, por favor!. - son
las primeras palabras del Profesor antes de empezar su exposición - Hoy
vamos a hablar de los números enteros, y más concretamente, de los números
enteros negativos. Vamos a ver, ¿Sabría alguien decirme qué es un número
negativo?.- Más de trescientas bocas, entre ellas la del señor Jacobo,
permanecieron cerradas ante esa sencilla pregunta, aunque diremos que más por
escuchar la respuesta que ofrecía el profesor que por ignorar la respuesta,
pues todos sabían que un número negativo es un número más pequeño que cero, y
se los representa precedidos del signo menos (-). El silencio dura unos veinte
segundos en los que el profesor parece escuchar algo que los demás no oyen,
hace un gesto con la mano en el que pide paciencia y murmura un ahora, ahora.
El señor Jacobo empieza a pensar que este profesor ha podido volverse loco, tal
y como dicen los rumores universitarios, pero prefiere quedarse y escuchar para
luego poder saber y juzgar.
Veo que nadie responde. Es una
pregunta que sabría responder cualquier alumno de EGB. Sin decir nada,
comprende que a veces la vergüenza es mayor que el conocimiento, y no se
percata en absoluto de que lo que más puede en el mundo, incluso más que la
vergüenza, es la curiosidad. Pues bien. Daré yo mi respuesta y ustedes me
dan su parecer. Los números negativos son los que están dentro del
espejo, y no son más que un reflejo de los que está fuera de él, es decir, que
son un reflejo de los números positivos. Se creó el silencio, el murmullo,
la rebullasca y se alzó una mano entre la gente. Era el señor Jacobo dispuesto
a poner contra la pared el sistema educativo de comparar los números con
reflejos. Disculpe, Profesor, pero no entiendo su comparación. Lo que vemos
en los espejos no son cosas de verdad, sino reflejos de cosas de verdad,
mientras que los números son de verdad en todo caso. Con esto hubo un
revoloteo aún mayor entre los alumnos, pero el profesor se hizo rápidamente con
la palabra, teniendo una posición privilegiada para ello, y explicó:
Disculpe, señor... ¿Cómo se llama
usted? - El señor Jacobo dijo llamarse Talavera, Andrés Talavera - Verá
usted, Señor Talavera. Los números que existen en realidad son los números que
cuentan cosas, pero no los que no cuentan nada. Los números negativos deberían
servir únicamente para aplicarse sobre números positivos iguales o superiores,
pero nunca deberían aplicarse a números menores que ellos. Por ejemplo, si
usted tiene tres manzanas, ¿Cuántas podrá perder?. Supongamos que puede perder
tres, dos , una o ninguna. ¿Podría perder cuatro?. Evidentemente no. Una vez
llegamos al número cero de manzanas no podemos perder más manzanas. Esos
números no son reales. Los números negativos no existen en el mundo. Son como
reflejos, con la diferencia de que los números existen en la imaginación, y los
reflejos existen en un espejo. Con esto no quiero decir que no estudiéis
estos números, porque os van a caer en el examen los estudiéis o no, pero
quiero que tengáis claro que lo que hay dentro de los espejos no son objetos
reales, sino unas imágenes proyectadas que han sido creadas para facilitar la
comprensión del mundo.
Por estos derroteros va la clase
mientras se comparan los logaritmos con el instinto de procreación, la eternidad
con el número periódico, la paradoja con el número Pi, el Universo con una
espiral que va del cero al uno y terminará por comparar a todos los alumnos
presentes con los soñadores. ¿Qué son los soñadores?, dirán algunos.
Los soñadores - dirá el
profesor Pizarro - son los que no se atan a leyes estrictas para el
análisis de los problemas, sino que tratan de ver el mundo a través del prisma
de la imaginación. Los soñadores son los que aprovechan el sueño para ordenar
sus ideas, para darle alguna utilidad a lo que han visto durante el día. Los
soñadores son los que cada cierto tiempo sacan su inconsciente a relucir, y
pueden echar un vistazo en su interior. Los soñadores no buscan los hilos que
han cosido el traje del mundo, pues ellos saben que el traje puede estar hecho
de telas desconocidas para los humanos. Los soñadores son los únicos que son
capaces de vivir en un mundo en el que cualquier idea podría ser publicada y
divulgada en un libro. Ellos verán un mundo en el que la vida no termina nunca,
en el que los medios de transporte son como relámpagos que apenas roban tiempo.
Los soñadores han visto un mundo sin guerras, en el que las leyes son justas,
en el que no hay hambre. Tienen que dormirse y soñar para ver ese mundo, pero
el sacrificio es poco. Los soñadores pueden encontrar el amor de su vida en un
mundo perfecto, sin hambre, sin enfermedades, sin abuso de poder. Todos ustedes
podrían ser soñadores, pero al salir de la Universidad verán el mundo
oscurecerse, verán la vida complicarse, y verán el tren de las oportunidades
pasar de largo por su parada, para detenerse luego a recoger gente en las
paradas de una élite privilegiada que tal vez no sepa cómo llegó a estar ahí.
Pero aún despiertos los hay que sueñan, y que esperan el día en que el tren habrá
de pararse delante de ellos. Otros seguirán en sus camas, soñando que ya tienen
un puesto de trabajo fijo, una mujer maravillosa y un espejo en el que
afeitarse. Los soñadores son los que, desde dentro del espejo, saben que
despertarse es volver de nuevo a la verdadera pesadilla.
Con esto terminó de hablar el
Profesor Pizarro, terminó también la clase, y terminaron también sus días como
Profesor en la Universidad. Apareció en su expediente una nota informativa en
la que rezaba “Diagnóstico Negativo del Departamento Médico de Salud Mental”.
Pero el Profesor no se indigna, ni se preocupa. Él ha escapado a la cárcel de
los números. Él ha descubierto su parte de poeta y loco, parte ésta que todos
los humanos llevan dentro desde que nacen, y ahora no le preocupa lo
insignificante. Él vive en un mundo perfecto, de esos que son soñados, de esos
en los que nunca pasará hambre, ni frío. El tiene sus musas, que lo cuidan y lo
miman como si fuera su hijo. Él no tiene porqué seguir el camino establecido,
pues él ha aprendido más de sus musas que de los números. Él no entiende su
vida del todo, pero ya tiene claro que él forma parte de ese grupo que son los
soñadores. Estas pequeñas aventuras son momentos en los que sale del mundo real
para vivir en otro mundo, en los que tiene otros cuerpos, otras vidas, otros
nombres. Él es como el espejo, siendo soñador y soñado, reflejo y reflejado,
pues en cada relato tiene un sueño, y es ahora, cuando el relato acaba, cuando
llega la hora de volver al mundo real, a la casa del Yáñez. Ya estamos otra vez
en la verdadera pesadilla y hoy no hemos soñado con eso de ¡Profesor
Pizarro, Profesor Pizarro, el mundo se contempla a través de la metáforas!.
Ilusión entre los
propietarios de dicha máquina. Y el manto rojiblanco que forman estos pequeños
seres lo va impregnando todo. Se miente a los niños para que no vean la mierda
de mundo que les vamos a dejar en herencia. Tal vez algún día comprendan lo que
hicimos con ellos, aunque los libros de historia tal vez hablen de "lo que
hicimos por ellos", confundiéndolo todo al cambiar una preposición. Intentamos
pintar el mundo de rojo durante un mes, y ahora brindamos con Coca-cola por lo
bien que lo hacemos. El humor cambia, como el agua, como las emociones, dando
vueltas a sus diminutas partes, permaneciendo inmóvil en su gran esencia.
¡Cuidado, Profesor, que esos insectos son invisibles, y no vemos cómo nos
pican!. ¡Despierte, Profesor, levántese ya de la cama!. ¿Es que no ve que esos
insectos lo van a invadir todo?. ¡Profesor Pizarro, Profesor Pizarro!. ¿Es que
no nos oye?. Le estamos avisando. ¡Ya están aquí las Navidades!. Le estamos
diciendo que todo es una conjura comercial destinada a cerrar las cuentas
anuales de las secciones de producción y venta. ¡Profesor, abra los ojos!. ¿Qué
le pasa?. ¡Profesor, el mundo se contempla a través de las metáforas!,
¿Recuerda?. Mire los diminutos bichos llenando las calles. Son como una ola de
aparente felicidad que muchos pueden soportar con ligereza, pero que luego
devuelve al miserable a su miseria y al obrero a su trabajo. Recuerde que la
vida no termina con el año, porque luego volverán los tiempos pasados, esos en
los que el sano juicio nos hace entender que no sabemos con certeza cuando
nació el niño, que Papá Noël ni siquiera aparece en la Biblia , y que los de Amena
no son nadie para vestir de verde a ese anciano. Pero, ¡Qué más da!. Es una vez
al año, y tampoco pasa nada por dejarse picar. ¡Profesor, haga usted el favor
de saltar de la cama de una vez que nos estamos preocupando!. Pero el Profesor
sigue en la cama sin moverse. No respira. Parece que para algunos la vida si
que se termina con el año. Y puede parecer triste ver a unas musas a punto de
llorar. ¡Usted no puede morirse, Profesor!, ¡Usted nació para contemplar el
mundo a través de las metáforas, y todavía le queda mucho mundo por ver!, ¡No
se muera, Profesor Pizarro!. ¡Le esperaremos en otra historia, cuando usted
vuelva a despertar!. Si quiere descansar ahora, descanse. Aquí está seguro, y
no le picarán los bichos. ¡Pase usted una feliz Navidad, Profesor!. Y la plaga
de las Navidades se llevó a las musas e inundó toda la ciudad, sin despertar al
Profesor. Todo son bichos que pican. Brazos abiertos, que llega la plaga.
¡Feliz Navidad, a todos!.