lunes, 12 de abril de 2010

DE LOS VIAJES EN EL TIEMPO: LA CORTEZA (por Cipotón Cabezudo)


Imaginad que vais por un camino, y que ese camino es la vida. La vida pasa porque el tiempo pasa. Si el tiempo deja de pasar, el camino deja de avanzar, o nosotros dejaremos de avanzar por el camino, pero es que eso es como lo de ¿cruzo el pollo la calle, o fue la calle la que se deslizó debajo del pollo?, que depende del punto de referencia. Si el tiempo se detiene, el caminante se detiene, y se deja de conocer lo que vendrá más adelante (el futuro). A la gente le cuesta mucho trabajo imaginar que el tiempo es la cuarta dimensión por la que nos movemos, pero eso se debe a que cuando nos movemos en el tiempo lo hacemos sin poder negarnos a hacerlo. De momento, se niega la posibilidad de detener el tiempo, o de avanzar en él, o de retroceder. Se avanza al ritmo que marca el tiempo, y ya está. En realidad, el tiempo pasa a una determinada velocidad, pero del mismo modo que se podría correr en un camino para llegar antes a nuestro destino, se podría avanzar en el tiempo para llegar antes al destino, aunque después volvamos.
El problema es un problema de nomenclatura, ya que las coordenadas que se han usado siempre en la tierra han ignorado el paso del tiempo como coordenada, aunque después lo han tenido que usar para explicar el movimiento y demás, pero a eso, nadie le echa cuenta. El humano solo ha tenido en cuenta la altura, la longitud y la anchura, siendo estas las coordenadas geométricas, y ha designado un factor supuestamente ajeno a la geometría como “tiempo” para explicar los cambios que en tales figuras geométricas se pudieran producir. Para facilitar la comprensión de lo que trata de explicarse, será útil imaginar una relación en la que la relación que hay entre el mundo de tres dimensiones y el de cuatro, es directamente proporcional a la relación que existe entre el mundo de dos dimensiones y el de tres.
Imaginemos la historia representada en fotografías (que es una realidad de tres dimensiones reducida a dos dimensiones). Una gran pila de fotografías sería la historia, de forma que cada foto es independiente de las demás, y no hace sino establecer como es todo en su totalidad, incluyendo presente, pasado y futuro (todas las fotos lo son todo, una foto es solo una parte). El presente será solo una foto, pero el resto está encima y debajo de esa foto, lo que sucede es que la mayoría de la gente no solo no lo ve, sino que incluso niega que el pasado esté detrás y el futuro delante. ¿quién impide que tal y como nos movemos hacia la izquierda o hacia la derecha, o hacia arriba o hacia abajo, nos movamos también hacia el futuro o hacia el pasado? Pues eso es fácil. Nos faltan los medios técnicos, y la compresión de que tal empresa es algo posible.
La cuarta dimensión es la que resuelve el problema que ha existido siempre entre el devenir y lo estático, que ya en Grecia maltrataba la mente de los ilustres pensadores. Cuando los griegos decían que el ser era solo uno, indivisible y perfecto, lo decían pensando en el tiempo como una coordenada más de la materia, entendiendo que la manzana que hoy está en el frutero, y la que estará mañana en ese sitio no son la misma, sino que son diferentes partes de una misma manzana (viendo la manzana en cuatro dimensiones). Imaginemos la foto de la manzana ayer, la foto de la manzana hoy, y la foto de la manzana dentro de dos días. Quien entienda la existencia de todas las fotos como momentos diferentes, y realidades diferentes, no negará que son manzanas diferentes, ya que cada una estará en un sitio, en un momento, pero son diferentes manzanas en cuanto que son partes diferentes de una manzana de cuatro dimensiones. Imaginemos un punto que se mueve describiendo círculos en un plano (en realidad es un muelle atravesando un plano, pero no se ve desde el mismo plano). Quienes ven el mundo en dos dimensiones creerán que se mueve, y tendrán que buscar explicaciones al movimiento, para lo que usarán el factor del tiempo de forma irremediable (el tiempo sería equivalente a la tercera dimensión, la altura, que sería la que está haciendo que un muelle atraviese el plano). Quienes conocemos esa tercera dimensión (o la cuarta, si estamos en un mundo tridimensional), sabemos que el movimiento no existe, y que ese punto no se está moviendo, sino que ampliamos el campo de visión, y vemos que hay un muelle que está atravesando el plano en el que se veía el punto. A medida que el muelle atraviesa el papel, vemos que el punto que toca el papel es diferente, de forma que si solo se mira el papel, se podría decir que da la impresión de que hay un punto describiendo círculos. Ese movimiento aparente es una ilusión, ya que el mundo, el ser, no se mueve, sino que somos las partes del mundo las que estamos moviéndonos en el tiempo, y eso nos produce una sensación de movimiento a una escala dimensional inferior. Como quien va pasando de foto a foto y aprecia las diferencias entre unas y otras, pero que solo cuando está en una, se va a otra, y vuelve a la misma en la que estuvo, se da cuenta de que allí nada se ha movido, porque una foto es una foto, y un momento es un momento, y eso no lo cambia el devenir.
Si vemos el mundo como una historia representada en fotos, y el presente como una de esas fotos que de forma inevitable pasará a ser la foto siguiente, y luego la siguiente, y así para siempre, será fácil entender que el movimiento y la velocidad como relación espacio-tiempo no es todo lo correcto que debiera, aunque por lo menos hace el avío, y mientras la gente siga pensando en tres dimensiones, será un sistema válido. La distinción entre coordenadas geométricas y temporales se estableció seguramente por la imposibilidad de controlar la una (el tiempo), y la facilidad para controlar las otras (altura, anchura y longitud), de forma que se dejó el tiempo como una constante a la que únicamente se le dio un sistema métrico y se la consideró un agente externo y obligatorio para todos. Desde aquél tiempo, todos los que han hablado de viajar a través del tiempo, han sido considerados locos por sus contemporáneos, y todos han renunciado a sus planes. En los casos en los que alguien ha viajado por un agujero negro, no se piensa en que haya viajado en el tiempo, sino que existe un mundo negativo, o antimundo, por el que las distancias son más cortas, de forma que se soluciona creando un nuevo espacio, pero nunca modificando la constante universal que es el tiempo. Aquí no se cuestiona la realidad de esa materia negativa, y es más, se apoya la existencia de la misma, pero se hace notar lo irrelevante que resulta la alternativa de los viajes en el tiempo como posible solución en cualquier situación, porque cualquier cosa resulta “más creíble”.
El tiempo se crea, del mismo modo que se crea la altura. Está ahí fuera, y es una posibilidad, pero hay quien la coge y hay quien no. Hay quien salta y se agacha, y hay quien no. Hay cosas que tienen un volumen, pero hay dibujos que nunca tendrán profundidad. Habrá muchas hojas de papel que no serán más que líneas hasta que alguien se decida a girarlas y ver algo más que su perfil. Habrá miles de niños que traten de introducir una línea dentro de un círculo sin pasar por el círculo y sin levantar el boli, y lo conseguirán porque usarán una dimensión más de las que se establecían como norma (al final el niño levanta el boli y, escapando del mundo de dos dimensiones, entra en el de tres, y resuelve el problema sin dificultades).
Nosotros pensamos en tres dimensiones, pero si llegamos a entender cómo se relacionan estas tres con la cuarta, es decir, con el tiempo, podremos cuestionar infinidad de premisas que se han tomado por verdaderas desde hace mucho tiempo, como por ejemplo, negar la posibilidad de viajar en el tiempo, cosa que según este “tercer canon del pensamiento”, no es tan evidente, ya que es posible saltar de una foto a otra, cambiar algo en la foto y volver a la foto originaria, que es totalmente independiente de esta, en contra de lo que actualmente se cree. La concepción total del universo es esencial para poder entender el viaje en el tiempo, por lo que no explicaré cómo debe hacerse el viaje hasta que esta cuestión haya quedado clara, porque de otra forma, yo perdería el tiempo y ustedes también.
Cuando ustedes pasean por ese camino que es la vida, y entendiendo el mundo de cuatro dimensiones, ¿tendría sentido que cuando cruzásemos un pueblo y saliésemos del mismo, desapareciera el pueblo y dejase de existir?, ¿deberían desaparecer los paisajes que vamos dejando atrás cuando avanzamos?, ¿y los que dejamos a la derecha?¿y los que dejamos abajo?¿y los que dejamos en el pasado? Si es que hasta llamándole “pasado” hemos creado la ficción de que ya ha pasado, pero aún así, no hemos negado rotundamente la posibilidad de volver. El tiempo existe como la altura, como la lejanía, como la anchura, y por todas ellas nos movemos con facilidad, pero movernos en el tiempo es más complicado, ¿por qué?
Pues por la sencilla razón de que una de las cuatro tenía que ser La constante. Podría haber sido otra, pero el efecto habría sido muy parecido, puesto que viajar en el tiempo estaría asumido como algo normal, pero habría otros movimientos que nos resultarían mucho más difíciles. A lo mejor no existiría la derecha y la izquierda, y en vez de abrir una panadería a la izquierda de mi casa, la abres en la edad media, y yo voy allí a comprar el pan como si tal cosa, pero eso sería cambiar por completo la configuración del universo, lo que no es tarea nuestra. En nuestro caso, la constante es el tiempo, y es esta constante la que más trabajo debe costar controlar, ya que controlar la totalidad del universo, no debe estar al alcance de cualquier especie.
El espacio es infinito en el universo, pero también es infinito el tiempo. ¿Existirá alguna relación entre lo infinito de uno y lo infinito de otro?¿Serán el mismo infinito, pero dividido en dos por nuestra concepción divisoria entre espacio y tiempo?.
Yo creo, y esto es una opinión extremadamente personal, que la forma del universo no se puede explicar usando solo las tres dimensiones cotidianas, sino que hay que usar algún elemento más. La física se ocupa de demostrar la existencia de “antimateria” o “materia negativa”, de ver qué es un “agujero negro”, y de estudiar la forma de atravesar el espacio. Nadie se preocupa por establecer la configuración concreta del universo, de forma que todos buscan un planeta muy lejano en el que exista vida, incluso una vida más desarrollada que la nuestra, puesto que ya han venido en OVNI, pero nadie se plantea la posibilidad de que esos extraterrestres sean verdaderos terrestres, pero de una época más avanzada, en la que ya han conseguido viajar en el tiempo, y vienen a nuestra “foto” a ver, a investigar, o incluso a dar clases de historia de alto nivel, por supuesto para las escuelas privadas, que viajar en el tiempo no es cosa de pobres, a no ser que el futuro nos depare una sociedad un poco más perfecta que esta, regida y mal regida por la moneda. Buscan a esos extraterrestres a lo ancho, a lo largo, a lo alto, pero se olvidan de buscar en el futuro, porque no se preocupan por encontrar la forma de viajar al futuro.
Yo estoy seguro de que lo que pasa no desaparece. Solo desaparece de nuestra foto, pero siempre quedan las fotos antiguas, y nuestra misión es encontrar la forma de llegar hasta esas fotos. Del mismo modo, tarde o temprano llegaremos a la foto de nuestra vejez, o de nuestra muerte, pero podríamos llegar antes o después, o incluso disfrutar con nuestra energía actual del paisaje que habrá en el futuro.
Para mí esto algo evidente, pero no puedo explicarlo con toda la claridad con la que reside en mi cabeza. Y por ejemplo, las pegas que surgen, son:
Reyes: “La materia y la energía no se crean ni se destruyen, sino solo se transforman”, por lo que la materia que hoy es un cuerpo no puede viajar al pasado, ya que de esa forma existiría dos veces la misma materia, y es una regla básica de la física general que una misma molécula no puede estar en dos sitios distintos a la vez.
A mí esta pega me resulta adecuada para un mundo de tres dimensiones, en el que la foto actual y la foto de mañana son la misma foto, solo que han cambiado; pero no me parece correcta en un mundo de cuatro dimensiones, ya que no es la misma foto. La manzana no existe en una foto y cambia a cada foto, sino que todas las fotos están apiladas y existen a la vez, de forma que todas las manzanas de todas las fotos son la única manzana real de cuatro dimensiones, y cada foto es una parte de ella. Del mismo modo que el muelle que atravesaba el plano y parecía ser un punto en movimiento podría romperse y pasar a la vez por dos sitios diferentes del plano. La gente que piense en el mundo plano verá del todo imposible que el mismo punto esté en dos sitios a la vez, pero quienes sean conscientes de que el punto era un muelle, y que cada punto es una parte del muelle, entenderá que cada parte del muelle es independiente y pueden estar una al lado de la otra, siempre que encuentren la forma de caer, o de viajar en el tiempo. Sobre las leyes físicas que se han dado para un mundo de tres dimensiones, no todas son aplicables al mundo de cuatro, porque la energía y la materia se transforman cuando el mundo se ve en tres dimensiones, pero si se ve en cuatro dimensiones, la energía universal es solo una, y en cada foto hay una parte de ella, de forma que esa energía ya es diferente en las fotos que han de venir, pero según van llegando esas fotos, nosotros percibimos una sensación de cambio. En cuatro dimensiones, resultaría posible ir a la edad media a adquirir recursos y fuentes de energía, y traerlas al presente para consumirlas, lo que podría traer consecuencias difíciles de concretar, pero eso sería ir a un estudio más pormenorizado de los viajes en el tiempo, y de momento, solo estamos en la corteza.

Piensa sencillo!


No hay motivos de alarma. El tiempo pasa a la misma velocidad que hace rato y empieza a preocuparme esta rigidez en el paso de los años. Puede que no sea tan viejo como me parece, pero no me preocupa hacerme mayor; lo que de verdad me asusta es dejar de ser joven. Más allá de todos los problemas del mundo, hoy tengo la tranquilidad de haber estado con ella. Mucho más allá de todas las alegrías, ella no se ha molestado en saludarme. Supongo que soy demasiado simple, pero que mi simpleza puede resultar complicada si no se está en mi pellejo, que es posible que las estupideces que digo no sean estupideces para mí sólo, sino que, en contra de lo que muchos creen, las cosas a veces son exactamente lo que parecen ser, y por eso hay gente que no las entiende.

Creo que es mentira!

Es posible que de entre todas las cosas que he escuchado en el día de hoy, haya algunas que sean verdad, pero ni tengo tiempo, ni siento curiosidad por saber cuáles. Después de todo, existen tantos mundos como personas, y en lo que respecta al mío, el precio del pan no sube por creer en las mentiras. No culpo a nadie (lo que tampoco significa que yo me crea culpable), pero también me consta que tras esa gran variedad de puntos de vista existen bromas llenas de maldad, a la vez que cosas horribles traídas al mundo por una madre rebosante de buenas intenciones. Distinguir unas de otras es misión de los sabios. La mayoría sólo estamos aquí para padecerlas.

PRUBLICIDAD

Es demasiado temprano como para salir a la calle, pero es demasiado tarde como para echar la siesta. Huelva está al lado de Sevilla, si lo miras en un mapa europeo, pero está demasiado lejos cuando se tiene que ir andando. Todos los puntos de referencia se refieren a algo, lo malo es que cada persona tiene un algo distinto que yo que sé, que cada uno es de una manera, y eso es que no puede ser. Lo que yo quiero decir es que aunque sea un poco, un poco sí que hay que parecerse, porque si no nos parecemos en nada, ¿por qué somos una misma especie? Pues eso que nos hace especie, debe ser el punto de referencia que todos deberíamos tener, en vez de dejarnos llevar por consejos publicitarios de la revista Pronto, la moda que nos imponga Ágata Ruiz de la Prada, o los discursos demagógicos que nos haga nuestro Presidente (sin pasar por alto que todos esos que nos mal orientan empiezan por PR. Por ejemplo Prada, Pronto, Presidente, y la mal llamada “prublicidad”).